Del feminismo y otros demonios



 

Las redes sociales tienen esto de multiplicar los panes y los pescaditos. El término “viral” para referirse a los contenidos multimedia ya se había extendido mucho antes de que el campo semántico de la medicina esmerilara cualquier otra realidad a nivel mundial.

 

Un contenido “viral” es aquel que se reproduce por contacto, por “contagio” y pasa de mano en mano o de dispositivo en dispositivo y de red social en red social. Cualquiera hoy puede dar el batacazo de resultar siendo viral para bien o para mal, con las consecuencias que ello acarrea, entre otras, que un sinnúmero de personas a la vez puede de repente conocer algún aspecto de la opinión de uno, una imagen que uno haya reproducido en sus redes sociales, etcétera. Y todos a su vez tienen al alcance de la mano la posibilidad de enunciar y hacer pública su opinión acerca de dicho contenido.

 

Por eso en este tiempo es posible aislar determinados mensajes que se replican en un determinado momento. Hoy “se habla” de X cosa, mañana “se hablará” de Y cosa, y así sucesivamente. Y la voz pasiva no es casual. Nadie habla, pues a menudo los mensajes que se hacen virales emanan del teclado de personas desconocidas. Son las redes las que hablan, como entidades activas que recogen millones de voces y las replican, mientras que nosotros las recibimos pasivamente.

 

Pero ese proceso no parece ser completamente aleatorio, a menudo es posible comenzar a encontrar patrones, unos que incluso se retroalimentan con otros medios de comunicación más tradicionales, como los diarios, aunque se trate de sus versiones digitales.

 

Entonces uno puede estarse encontrando repetidas veces con diferentes mensajes que se reproducen en el tiempo, incluso se intensifican, y que instalan en las conversaciones a través de redes sociales agenda que se discute acaloradamente, sea que uno esté a favor o en contra.

 

En relación con esa clase de contenidos, me he topado en los últimos días con dos “noticias” medianamente relacionadas con el mundo del deporte y que marcan una ligera tendencia acerca de cuestiones que en otro tiempo nos hubieran parecido descabelladas pero que cada día resultan más frecuentes de ver.

 

El primer caso era el de una competidora de la delegación olímpica argentina a quien su entrenador y a la sazón novio le propuso matrimonio en medio de una entrevista televisiva. La señorita aceptó muy complacida la oferta, feliz de la vida, y cualquiera hubiera visto allí un acto puro de amor, de un amor que además se quiere hacer público, formal, del que no hay por qué avergonzarse. Pero no tardaron a hacerse virales expresiones de parte de un feminismo que siempre encuentra demonios en todos los actos de amor. Que cómo puede ser que el hombre se robe la cámara así, que eso es violento porque el hombre no le pidió permiso a la señorita para exponer su intimidad de ese modo, que la estaba invadiendo, que la estaba presionando y mil etcéteras.

 

Otro ejemplo ha sido el del famosísimo Lionel Messi quien se encuentra de vacaciones junto a su familia y no pierde oportunidad de hacer gala de la esposa, que por otra parte es una mujer hermosa.

 

Una pareja joven, dos personas agraciadas que se aman y tienen la fortuna de muy pocos de poder disfrutarse mutuamente en medio de los paisajes más paradisíacos del mundo, pues son millonarios y pueden hacer lo que se les dé la gana. Pero no, ahora resulta que Messi es un machirulo más, el cosificador ahijuna gran siete porque se saca fotos delante del espejo junto a su mujer en poses provocativas. No, no está con trolas, ni está enfiestado, ni maltrata a su esposa. Está allí con ella compartiendo el espacio y evidentemente orgulloso de ser el esposo de esa mujer. Pero ahora hay que cancelar a Messi porque es un violento, evidentemente que te guste tu mujer ahora es un crimen. Y sí, obviamente hablar de “su” mujer es todo un acto de violencia.

 

No, no importa si cuando estás enamorado sentís que le pertenecés a tu amado y que él te pertenece a vos, vos sos suyo y él es tuyo. Eso está mal porque lo decretan las feministas. Al igual que está mal porque ellas lo decretan que un hombre le pida matrimonio a su novia.

 

Uno lee esas aseveraciones y no sabe si reír o llorar. En lo particular me recordaban a la introducción de El retrato de Dorian Gray, en la que Oscar Wilde afirma: “El crítico es quien puede traducir de manera distinta o con nuevos materiales su impresión de la belleza. La forma más elevada de la crítica, y también la más rastrera, es una modalidad de autobiografía. Quienes descubren significados ruines en cosas hermosas están corrompidos sin ser elegantes, lo que es un defecto. Quienes encuentran significados bellos en cosas hermosas son espíritus cultivados. Para ellos hay esperanza”.

 

Maravilloso, ¿no? A través de su estilo exquisito Wilde nos está explicando lo que en psicología se suele llamar “proyección” y que describe ese mecanismo por el que el crítico vuelca en la crítica rasgos de sí mismo. Quienes ven corrupción en el amor están corruptos, nos dice Wilde.

 

Recordaba también cómo “se habló” acerca de la figura paterna allí por el mes de junio, cuando se celebra el día del padre. Recordaba cómo tantas personas, en su mayoría mujeres feministas otorgaban un sesgo de suciedad a esa figura, como si ser padre fuese sinónimo de ser un pederasta. “No quiero abrazar a mi padre porque no sé si eso no le estará provocando excitación sexual, pues los hombres son unos degenerados” o “Las feministas no festejamos el día del padre porque no le reconocemos autoridad alguna al padre, queremos que el patriarcado caiga y queremos que te mueras”. “No puedo dejar de pensar cada vez que veo a mi padre en el hecho de que tiene que haber penetrado (violado) a mi madre para que yo naciera, me da asco”. “A mi padre no le debo nada, tuve suerte de que nunca haya abusado de mí, pero a lo largo de mi infancia apenas lo vi, me daba cariño los fines de semana porque se pasaba el día trabajando”.

 

Mensajes por el estilo, cargados de desconfianza, odio y terror hacia la figura paterna y hacia el hombre en general por extensión. De eso “se hablaba”, a favor o en contra, pero se hablaba.

 

En un sentido contrario, ayudado por los medios, días atrás se instaló una vez más el tema de la masturbación femenina como forma ideal de la sexualidad. Y ojo, digo femenina porque de hecho se habló exclusivamente de la masturbación femenina, el hombre se sobreentiende que se masturba con cierta asiduidad y no hace falta que nadie le enseñe a hacerlo, pero a la mujer sí.

 

Al hombre hay que enseñarle a colocarse un preservativo con un pene de madera porque aparentemente ningún hombre sabe hacerlo y como se sabe, el hombre es una bestia.

 

A la mujer hay que enseñarle a usar juguetes sexuales para que alcance unos orgasmos frenéticos, eyacule a litros y grite de placer (sola), porque está claro que nadie necesita de un pene para acabar, tampoco te sirven tus manos para masturbarte, tenés que usar un consolador vibratorio con estimulador de punto G tamaño matambre arrollado para que te parta al medio. De eso “se habla”.

 

De lo que no se habla es de que es verdad que no hace falta un pene para acabar, pero, ¿el consolador te llama por teléfono y te hace reír? ¿Te pregunta cómo te sentís? ¿Te cuida cuando estás enferma? ¿Te ama?

 

Y en el plano de lo sexual propiamente, ¿por qué necesitás el matambre arrollado, si con el roce de una lengua sobre un pezón, un pellizco, una mordida o un beso, sin que te penetren podés sentir experiencias mucho más plenas que la del aparatito que te vibra dentro?

 

Necesitás el matambre arrollado porque no tenés quien te haga el amor, quien lea tu cuerpo, quien entienda tus sonidos y tus respuestas. Necesitás el matambre arrollado porque estás insatisfecha, apelás al hedonismo terrenal y mecánico, inmediato, porque te falta amor.

 

Qué cursilería, dirás, pero no. Cuando amás acabás con un soplido, acabás siempre y acabás bien. Cuando amás y te aman no estás sola, tenés un motivo por el que levantarte cada día y adonde querés llegar cada noche. Querés ir allí, a compartir el lecho con la persona que amás, hacerse uno los dos, gozarse plenamente, conocerse, saberse y aun así redescubrirse ambos cada vez, porque cuando amás te enamorás cada día y todos los días pasa algo nuevo. Cuando amás tenés por qué pelear, como el hoplita espartano que peleaba con más fiereza en la guerra pues su amante peleaba a su lado y habían de protegerse los dos. Cuando amás no te dejás vencer tan fácilmente.

 

Cuando te falta amor ves demonios en todas partes. Tu padre es un demonio que oscila entre el abandono y la atracción enfermiza, los hombres son demonios que pretenden violarte, lastimarte, dominarte; lo único que te puede salvar de los demonios es mantenerte sola en casa, escondida, temerosa de salir a la calle porque los demonios acechan.

 

De eso “se habla”. Pero en realidad nos es hablado, somos hablados, repetimos, viralizamos, asimilamos, asimos, aprehendemos matrices erróneas. Nos aislamos. De eso no “se habla”.

 

Los seres humanos somos animalitos de costumbre, aprendemos por repetición. Alguien nos está adiestrando para que veamos formar familia, amar y ser felices como algo sucio y para que privilegiemos el placer vacío de contenido, mecánico e inmediato, la soledad, el aislamiento y la paja como formas ideales de la “relación”. De eso no “se habla”.

 

Pero ya lo dijo Dory, la pescadita: “Si no querés que le pase nada, nada le va a pasar”. Quieren que nos acostumbremos a nuestra propia desdicha y sintamos terror de la vida y la felicidad. Pero no les daremos el gusto. Habrá que salir del estanque, para conocer el océano hay que arriesgarse a nadar.

 

Comentarios

  1. 👏👏👏👏 simplemente extraordinario

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  2. "¿por qué necesitás el matambre arrollado, si con el roce de una lengua sobre un pezón, un pellizco, una mordida o un beso, sin que te penetren podés sentir experiencias mucho más plenas que la del aparatito que te vibra dentro?" The hypocrisy is endless. The author of this post said: "El tamaño importa y si te dicen lo contrario te mienten. Podés compensar con actitud, pero no reemplazar una cosa por la otra.".
    My spanish is very bad. Translate what you need with https://translate.google.com/

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