(Publicado el 12 de febrero)
Vean: esto es una falacia, una simplificación. Nadie niega la violencia machista o comoquiera que le quieran llamar. Nadie niega que hay más víctimas mujeres de violencia de parte de sus parejas que víctimas varones, nadie niega que exista el femicidio. Nadie niega que hay más mujeres víctimas de femicidio por parte de sus parejas que hombres asesinados por mujeres, e incluso que en los casos de mujeres que matan a hombres, también es verdad que en muchos casos se trata de homicidios ocurridos en defensa propia. Defensa propia o defensa de los hijos ante un peligro inminente.
El caso es que esto de reducir la cuestión a una lucha entre los sexos no resuelve nada, por el contrario, exacerba el estado de violencia.
Es necesario decir lo obvio: las mujeres no somos todas locas pero los hombres no son todos violentos o potenciales femicidas. ¿Qué les pasa a minas casadas y con hijos que comparten livianamente cosas como esas? ¿De verdad creés que tu marido es un monstruo potencial que el día de mañana se pira y te prende fuego o viola a tus hijos?
Si creés esto, si has encontrado en tu pareja indicios de ser un violento o un abusador, sabelo, eso no es normal. Tenés que pedir ayuda, no seguir livianamente pensando que todos los hombres son así porque eso no es verdad.
Nunca vamos a resolver la violencia endémica a nuestra sociedad si naturalizamos las conductas inapropiadas pero tampoco vamos a hallar una solución a nivel comunidad si partimos de la base de falacias y de la violencia contenida en afirmaciones de este estilo.
La guerra de los sexos es eso, una guerra. Y sabemos que las guerras solo dejan entre los pueblos una sola cosa: un tendal de muertos. Sabemos, además, que toda guerra está impulsada por intereses, invariablemente de índole económico o por el ejercicio de la dominación. La pregunta es: ¿quién se beneficia de esta guerra?
Vos no, tu marido tampoco. El individuo que nace con pene no es el enemigo. El enemigo está mucho más arriba.
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