Si entre hermanos pelean



 Me está pasando demasiadas veces algo que me afiebra un poco y es lo siguiente: hay personas que por algún motivo que aún no logro descifrar se sienten, no sé, atraídas, acaso representadas por algunas de mis ideas, las que tengo por costumbre expresar, más por necesidad del cuerpo que por interés de socializar mi pensamiento.

Entonces leen alguna pavada que yo haya escrito y vienen a ponderarla en los comentarios, me envían solicitud de amistad y me felicitan con excesivas y acaloradas manifestaciones de gratitud y dándome la razón como a los locos de un modo zalamero y empalagoso.

Hasta que escribo algo con lo que no están de acuerdo.

A partir del momento en que escribo algo que nos les gusta, paso a ser la más estúpida, banal o desagradable del mundo, aunque vale aclarar que yo nunca vendí otra cosa, eh. Acá nadie se haga el tonto, nunca me he vendido como un terroncito de azúcar ni como una monedita de oro. Nunca me hice pasar por inteligente, importante y agradable, siempre muestro la misma faz con la honestidad que me caracteriza porque yo seré la persona más deleznable, molesta, desagradable y soreta del mundo, pero nunca, jamás, me he vendido como si fuera otra cosa.

Así que si de repente se desencantan de mí, Lola, yo no tengo la culpa de eso, pues nunca hice nada por encantar. No me hago cargo de eso.

Pero hay un fenómeno que va más allá de esto que me pasa a mí en lo personal y que me fastidia bastante, pero que se ejemplifica con lo que describo más arriba.

Y es que en la actualidad el proceso de subversión que ha venido operando al interior de nuestra sociedad está tan avanzado que la comunidad se encuentra al borde mismo de la descomposición. Y está bien usado el término: todos estamos repodridos de todos, a punto tal que no somos capaces de establecer un consenso mínimo, un acuerdo de convivencia mínimo tal que podamos sostener una armonía social relativa. Hacemos una cruzada de los gustos de helado, de la consideración o no de la calidad humana de un jugador de fútbol, del modelo de país que nos interesa defender, de todo. Todo es una cruzada, todo es una batalla épica, nada se puede tolerar que no se encuadre en nuestras preferencias.

Estamos en la fase de la guerra de todos contra todos. Simbólica, pero guerra al fin. Incluso entre quienes bien mirada la cosa compartimos un corpus ideológico y de valores éticos en común, no podemos tolerar la mínima disidencia. ¿Vos te decís peronista y apoyás a Berni que está a favor del ASPO? Sos un pelotudo. ¿Vos te decís peronista y seguís dando crédito a este gobierno de soretes chetos cipayos vendepatria gorilas? Sos un hijo de puta. ¿Vos te decís peronista y criticás la solidaridad de las ollas populares que dan de comer a nuestros pibes en los barrios la única comida que reciben a diario? Sos un panzallena, te falta empatía. ¿Vos te decís peronista y defendés a las ollas populares por encima del trabajo? Te falta doctrina. ¿Vos te decís peronista y criticás a un gobierno que está haciendo lo imposible por defender la salud de todos los argentinos en el contexto de la peor crisis sanitaria que se recuerde en lo que va de la historia del país? Sos un gorila. ¿Vos te decís peronista y defendés a un gobierno que bajo la excusa de la pandemia ha dinamitado el aparato productivo del país destruyendo el empleo y la salud de millones de compatriotas? Sos un acomodaticio. ¿Vos te decís peronista y defendés la presencialidad de las clases cuando niños y maestros están muriendo? Sos un canalla. ¿Vos te decís peronista y defendés tener encerrados y muertos de miedo a los pibes todo un año, sin que los viejos puedan salir a ganarse el mango, cuando el General Perón dijo que los únicos privilegiados son los niños? Sos un canalla.

En definitiva, hache, be, o zeta. Todos motivos por los que uno puede no estar de acuerdo, que son pasibles de generar controversia. Todos atendibles a su manera y sobre los que no existe consenso pero no tiene por qué haberlo, cada quien es libre de pensar lo que se le dé la regalada gana. ¿Pero cuál es nuestra reacción ante esa diferencia de opiniones? La anulación total de la persona, la incapacidad para volver a dirigirse la palabra para siempre. Listo, ya está, me demostraste que sos un pelotudo a cuerda, nunca más te voy a dar cabida en ningún plano de la vida. Alpiste, perdiste, se terminó lo que se daba.

¿Y por qué? Ojo, me hago cargo de la parte que me toca, eh. Yo tampoco estoy exenta de esto, de hecho creo que no existen ya excepciones a esta regla, todos nos estamos manejando de esta misma manera tan intolerante. Pero, ¿por qué?

Bueno, pues, porque está muy avanzado el proceso de subversión, nos estamos disgregando, no es posible que lleguemos a un acuerdo básico sin que medie el conflicto.

Pero el gaucho ya nos lo advirtió, ¿acaso no lo repetimos tiempre que podemos esto, por qué no lo ponemos en práctica? Si entre hermanos pelean los devoran los de afuera. Si no hacemos nada para salirnos de esta espiral de autodestrucción nadie puede sacarnos de acá.

Los argentinos tenemos que empezar concienzudamente a dejar de calentarnos por pelotudeces que no son el fin del mundo. Tenemos que dejar de pensarnos superiores y al otro como un estúpido, porque no es ni una cosa ni la otra. Si no hacemos el esfuerzo de hallar consensos y dejarnos de hacer una cruzada de cada asunto que constituye la vida nos vamos a terminar matando entre todos, aunque más no sea una muerte social, como pueblo.

La pregunta es: ¿conviene a alguien que nosotros nos diluyamos en la guerra civil y la balcanización?

La respuesta es sí, siempre es sí. Mientras entre hermanos nos peleamos nos devoran los de afuera, pero nosotros preocupados por la menta granizada o la ventaja del frío por sobre el calor.

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