Mientras la agenda de los medios se
centraba en cuestiones que para una servidora resultan laterales en lo que al
estilo de vida de los argentinos atañe, como la situación procesal de un
expresidente, la intervención del mismo en la entrega de armas a la policía de
un país limítrofe para la represión de civiles y la puesta en marcha de un
golpe de Estado, las revueltas en un país de las Antillas y la injerencia de
los Estados Unidos en ese país o los dichos altisonantes de la esposa de un
exfutbolista, aquí en Argentina sucedían cosas que me parecieron más
importantes y que se pueden concatenar de alguna manera, pues todo tiene que
ver con todo.
Es un dato insoslayable para nadie que esté
más o menos embebido de la realidad política del país que para el mes de
septiembre están previstas unas elecciones primarias que desde el vamos se
presumen decisivas. Se sabe además que el gobierno en general y el presidente
de la Nación en particular se encuentran en el piso de su apoyo popular,
cayendo la imagen positiva de Alberto Fernández desde el virtual 70% del 20 de
marzo de 2020 a un magro (preocupante) 28% en la actualidad.
En ese contexto se conocieron, con apenas un
día de diferencia, dos noticias que me llamaron la atención.
La primera fue el anuncio con bombos y platillos
de un bono de cinco mil pesos que será entregado a los jubilados que perciban
menos de dos haberes mínimos. Y está bien, estando las cosas como están, cinco
mil pesos les sirven a unos viejos que están viviendo en la indigencia. Son
como agua en el desierto. O bueno, como un chupito de agua en el desierto.
Pongamos el asunto en perspectiva: cinco
mil pesos equivalen en mercadería a cinco kilos de carne. Eso, suene lo brutal
que suene. Un kilo de carne para milanesas, por ejemplo, está mil pesos; cinco kilos
de milanesas equivalen al famoso bono de cinco mil pesos.
Nótese además que se trata no de un aumento
sino de un bono que se percibirá por única vez, oh, causalidad —porque no
existen las casualidades— justo el mes previo a las elecciones primarias.
Elecciones que como hemos visto son
decisivas porque van a determinar qué pata del pacto hegemónico de Todos Juntos
por el Cambio gobernará el país dentro de dos años. Si las elecciones generales
de noviembre las gana el Frente de Todos el próximo presidente de la Nación
será quien más se ha preparado para serlo y cuyos pergaminos la embajada conoce
bien: Sergio Massa. Si gana Juntos por el Cambio, el próximo presidente será
Horacio Rodríguez Larreta o quienquiera que resulte como candidato en las
internas —no las PASO, las verdaderas internas, aquellas de las que los electores
no participan, esto es, el armado de listas— del PRO.
El orden natural de las cosas sugiere que deba
ganar el oficialismo, pues el poder real sabe que le resultará más fácil ganar
caminando en 2023 si el candidato vencedor resulta siendo Sergio Massa, quien
para entonces ya habrá capitalizado la totalidad de los votos y el ascendiente político
del hoy inefable kirchnerismo bobo; poco le falta para metérselos en el
bolsillo. Una elección de Massa con un kirchnerismo adormecido será la más
perfecta forma de concreción del proyecto globalista en Argentina, si el
presidente es Larreta se presume que en virtud de la lógica de la grieta el
kirchnerismo estará en pie de guerra y se movilizará en todo momento para
frenar los intentos hegemónicos del pacto.
Entonces tenemos un gobierno que días antes
de una elección fundamental les entregará a los viejos que hace años que ya no
prueban el sabor de la carne cinco kilos de milanesas a cambio de un escaso
margen de triunfo en las elecciones de medio término.
Pero eso no es todo.
Un día después del anuncio de los cinco mil
pesos se anuncia con más bombos y platillos un notición que viene a cambiarnos la
vida: en un laboratorio de Caballito, en el país de las vacas, se han realizado
degustaciones de las primeras muestras de carne sintética cultivada en laboratorio,
lo que es todo un hito.
Felices los veganos, pues quienes quieran
seguir comiendo carne no tendrán que masacrar animalitos. Felices los
ambientalistas, recordemos que la capa de ozono no la están devastando hace dos
siglos las industrias en el otro hemisferio, sino que el problema son las vacas
que pacen en la pampa argentina y se tiran pedos al por mayor.
¿Pero qué carajo está pasando acá? En el
país en donde, parafraseando a mi padre molesto por el número de mascotas que
mi madre juntaba, “hay más bichos que gente” vamos a producir toneladas de
carne de mentiritas que comeremos aquí los argentinos mientras quién sabe qué
cosa sucederá con nuestro ganado y mientras nuestros viejos indigentes viven a
fideos y el día que les tiran un hueso para conseguir votos antes de una elección
de medio término este equivale a cinco kilos de carne.
Nuestra vida se degrada día a día sin que
seamos capaces de percibirlo pues guarda que vienen la épsilon y te agarra la
theta, guarda que la delta mutó a plus y en Cuba se termina el comunismo.
Nos dicen eso pero no nos dicen por qué no
podemos darles a los que trabajaron toda su vida un aumento decente en lugar de
un hueso preelectoral. Ah, mala mía, cierto que sí nos lo dijeron: “estamos endeudados
hasta acá”.
Nos dicen que la señora de Latorre se cree
más culta que quienes toman mate aunque no sea capaz de hilvanar una frase coherente
pero no se nos dice para qué carajo tenemos el octavo territorio más extenso del
planeta, con los mejores pastizales del mundo y la mejor carne del mundo si
nuestros hijos y nietos van a tener que tragarse algún pastiche de laboratorio
con color de carne.
Se nos habla de todo, jamás de lo importante.
¿Será para poner granjas porcinas y vender
chancho congelado a los chinos que quieren vaciar de vacas nuestros campos?
¿Será para meter soja y quemar y fundir el territorio más próspero del mundo,
dejando detrás el desastre ambiental que implica la desertificación? ¿Qué pretenden
hacer con nuestros recursos para que nos vendan como postre Dannette esa mierda
de noticia acerca de la carne de mentira?
Todo tiene que ver con todo, nuestros jubilados
son indigentes y nuestros hijos no conocerán el sabor de lo que alguna vez fue
la carne argentina.
Pero hay una salida, y siempre es la misma.
No podemos permitirnos que este proceso se profundice, se cristalice, fragüe y
se consolide, porque este proceso implica la entrega de la patria. No hay
opciones reales de salida a la escalada de entrega de la patria, el pacto
hegemónico tiene previsto perpetuarse.
Necesitamos opción nacionalista, popular y justicialista.
Necesitamos peronismo. La patria está cada día en más peligro.
Y cuando la patria está en peligro todo es
legítimo excepto no defenderla.
A militar se ha dicho.
Impecable
ResponderEliminarSiempre es un placer leer tus publicaciones.
ResponderEliminarGracias por tomarte el tiempo e invitarnos a reflexionar de un modo pragmático (cómo no podría ser de otra manera).
El movimiento necesita más comunicadoras como vos. Que discutan lo trascendental, lo inmediato.
Un gran peronista desde Santa Fe✌️����
Excelente análisis. Felicitaciones.
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