Trabajo de niños, trabajo de hombres

 


 

Hoy no tengo mucho tiempo para escribir, lamentablemente, pero quiero esbozar esto que desde temprano por la mañana he venido pensando y que tiene que ver una vez más con lo alejado que está cierto sector de lo que piensa y siente el pueblo.

 

La conclusión necesaria y triste es que el enemigo nos conoce mucho mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos. ¿Y por qué digo “el enemigo” y digo “nosotros mismos”? El lector notará que en este último grupo incluiré a un sector que suelo criticar a menudo, la progresía de a pie.

 

Y que se sepa que no hay contradicción en ello; yo no creo que la progresía deba desparecer de una construcción política, creo que debe subordinarse y no conducir. Volveré a este punto.

 

En lo que estaba pensando en particular hoy era en el llamado trabajo infantil. Pensaba en unas declaraciones del futuro legislador Martín Tetaz quien habló hace unos días de una situación en la que un niño de catorce años pudiera trabajar.

 

Pensaba en lo mal que está que los niños trabajen pero en lo habitual que es que de hecho lo hagan. Pensaba en cómo mi padre se lanzó a trabajar a los cinco años vendiendo empanadas, en cómo a mi marido lo obligaron a abandonar el fútbol a los trece años para salir a trabajar porque en la casa no alcanzaba el pan. Pensaba en mi hermano quien comenzó a trabajar a los catorce vendiendo tortillas, en mí misma que comencé a trabajar a los quince. Sí, todas formas de trabajo infantil.

 

¿Y están mal? Horriblemente, pero aquí detrás hay una cuestión de sentido común. Cuando el progre se escandaliza y nos dice que está mal que un chico de catorce años acceda a un trabajo en un contexto de crisis en el que muchas familias no tienen para comer termina existiendo una cuestión de grados de atrocidades.

 

Es espantoso que un adolescente tenga que salir a trabajar en vez de estar estudiando o jugando con los amigos, pero aún peor es no tener para morfar y en un contexto de crisis social, ¿qué pesa más?

 

Que me perdone Dios si estoy sonando demás extremista pero alguien lo tiene que decir: al pueblo no le gustan los vagos y enojarse porque alguien sugiera dar trabajo en un contexto de ausencia de trabajo entra en colisión con el sentido común del pueblo.

 

¿Nunca escucharon aquello de que “A mí nadie me regaló nada”? Bueno, pues, esa es la idiosincrasia del pueblo, que le duela lo que le duela a quien le tenga que doler. La matriz genética del ethos del pueblo no es estatista ni socializante, el corazón del pueblo argentino es peronista y para el peronismo gobernar es crear trabajo.

 

Sí, me dirán y con toda la razón del mundo nuestros amigos progres panzallena de a pie y con muy buenas intenciones, pero estamos hablando aquí no de cualquier trabajo, sino del trabajo infantil, y eso no se puede tolerar. Y les daré la razón, pero me veré en la obligación de reiterar que no se trata aquí de colocar una etiqueta de bien y mal a cada situación, sino de determinar en una escala de cosas qué es peor. Si a mí me lo preguntan, yo que he trabajado siendo aún menor debo decir que dadas mis circunstancias prefería salir a trabajar y ayudar a mi familia que no hacerlo. Sí, hubiera deseado no tener que salir, hubiera deseado que mi padre conservara el trabajo y que el salario le alcanzara para que todos viviéramos bien, que en enero pudiéramos ir a la costa y en invierno a Bariloche, tener un chalecito y auto, pero no fue así, me cagué de hambre históricamente y si alguno encuentra que me falta un par de caramelos en el frasco tenga por seguro que es de puro desnutrida, porque en la etapa de desarrollo de mi corteza cerebral a duras penas llevaba un mate con pan a la barriga.

 

Quiero decir, y que se entienda: no estoy avalando el trabajo infantil, estoy señalando que para un pueblo sufrido que vos desde la comodidad de tu situación te pongas a juzgar y a apuntar con un dedo a quienes sugieren algo como que un chico de catorce años trabaje para ayudar a su familia cae mal. ¿Y por qué? Porque cuando vos decís que Tetaz es un hijo de puta por decir eso (que es un hijo de puta por infinidad de motivos bien fundados y nadie lo niega, pero estoy centrándome en un punto, entiéndase) un poquito de caca salpica a ese padre o esa madre que incitan que el chico de catorce trabaje o que avalan que el chico se mande solo. ¿Se ve de qué manera?

 

Y la pregunta es: ¿han sido mis padres, mis abuelos, mis suegros, unos hijos de puta por aceptar que sus respectivos hijos salieran a trabajar a los cinco, siete, nueve, trece o quince años? La respuesta es no.

 

No, porque lo primero es la comida y para señalar con el dedo primero hay que haberla vivido. Cuando vos te ponés a tirar mierda contra Tetaz por las barrabasadas que dice estás haciendo publicidad gratuita a Tetaz, que este capitaliza con ganas pues esa era la intención primigenia del aserto, sobre la máxima totalmente corroborada de que no existe la mala publicidad. Pero eso no es todo, además te estás haciendo a vos quedar muy mal, porque en el imaginario del pueblo Tetaz se muestra como un tipo razonable que avala la cultura del trabajo con la que el pueblo se identifica y vos estás vendiéndote a vos mismo como un vago panzallena que le esquiva al laburo, que si tu familia está en aprietos no la vas a ayudar, que te metés donde no te llaman a hacer juicio de valor ético acerca de situaciones familiares que no te atañen y que en definitiva bancás más a los planeros que a los laburantes. Y al pueblo no le gustan los planes, al pueblo peronista le gusta trabajar, le parece indigno tener que vivir de prestado y cobrar un plan es vivir de prestado a los ojos del pueblo.

 

No me voy a poner a analizar una por una cada una de las anteriores premisas, simplemente estoy advirtiendo cómo opera el sentido común y cómo los Tetaz, los Bullrich, los Granata, los Dipy, etcétera (o el poder real que hace uso de esos personajes, pero que siempre actúa solapadamente) conocen mejor nuestra idiosincrasia que nosotros mismos. Es un peligro, porque ellos saben qué decir para hacernos pisar el palito. Trabajan el factoide, que es una carnada que les otorga doble beneficio: 1) el de lograr que a ambos lados de la grieta se hable de ellos y 2) el de lograr que quien hable mal de ellos quede en un punto peor, pues por lo general lo que estos personajes venden es de sentido común, pues, repito una vez más, nos conocen mucho mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos.

 

Y cuando digo “nosotros mismos” lo digo porque sé fehacientemente que ninguna mayoría se puede construir sin que en ella se expresen vertientes diversas de pensamiento. Los progres olor a patchouli han existido siempre, los jipis con OSDE y demás yerbas también y ello no está mal per se. Lo que sucede hoy es que la oligarquía financiera internacional, siendo liberal se ha vestido con los ropajes de ese progresismo para establecer una gobernanza mundial. La progresía dejó de ser una minoría privilegiada de la comunidad emplazada en el centro metropolitano de las capitales para ser hoy la ideología oficial del poder global con intenciones hegemónicas a nivel mundial, totalizadoras.

 

Quiero decir: no me molesta si frente a una elección nos votan los jipis palermitanos; pero de ninguna manera estos nos pueden conducir y mucho menos gobernar porque antes que nada no conocen las necesidades del pueblo. Y ojo, que hablo de la progresía de a pie y bienintencionada, no de los agentes de la subversión pagados por la élite global para desestabilizar a la sociedad. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, ni tan tan ni muy muy.

 

Sé que es difícil de digerir lo que estoy escribiendo, a mí misma me cuesta bastante y este es de hecho un ejercicio de mea culpa. Pero si no separamos la paja del trigo jamás vamos a peronizar al mundo, que es en definitiva nuestra misión.

 

Existen muchos que están en ese lugar porque no conocen un sitio mejor y me identifico con ese sector, yo también he sido progre hasta que conocí a Perón, cancélenme en patota ahora.

 

Si estoy en recuperación y me desintoxiqué bastante ha sido porque antes que nada alguien confió en mis capacidades y me ayudó a salir de mis errores, con amor y con paciencia. Muchas veces cuesta porque los hay irrecuperables y cada vez hay más de estos últimos, pero hay que trabajar con los que se pueden recuperar para que lleguen a ver que la ideología a la que adhieren no es inocua y no está desprovista de interés para quien desea que seamos colonia.

 

Así que tenemos trabajo como hombres y mujeres fieles a la doctrina de Perón, compañeros, siempre se cazan más moscas con miel que con vinagre, no lo olviden. Sé que cuesta, pero alguien lo tiene que hacer.

 

A militar, se ha dicho.

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