Varados en 2015


 

 

Los peronistas tenemos esa incapacidad para aceptar las derrotas, y no se trata de ningún vicio, sino que sencillamente somos conscientes de nuestro rol histórico. Es incalculable el dolor que le ocasiona al pueblo que el peronismo pierda una elección obligando a los argentinos a someterse a años de miseria y ajuste. Lo propio sucede cuando el peronismo es intrusado por ideologías foráneas que por “derecha” o “izquierda” consiguen penetrar al Movimiento para que sirva a otros fines que no sean la felicidad del pueblo y la grandeza de la patria.

 

Pasó en la década de 1960 con la izquierda, pasó en los años 1990 con el liberalismo y pasa en la actualidad, con la penetración de la socialdemocracia progresista que responde al liberalismo económico y al globalismo en lo cultural.

 

El caso es que las consecuencias de la última gran derrota del peronismo, la que acaeció en 2015 aún están a la vista, se replican y se reproducen en el tiempo.

 

Tiendo a creer que de no haber tenido lugar esa terrible derrota hoy otro gallo cantaría. Es contrafactual, pero la espina permanece ahí, como una llaga en la boca que invita a la lengua a pasar y pasar una y otra vez por allí.

 

Quién te dice, quizás si no hubiéramos perdido entonces no estaría tan avanzado hoy este proceso de desestabilización. Pero, ¿por qué perdimos?

 

Vaya pregunta. Como de todo lo que es complejo, la explicación del asunto debe ser multicausal, imposible atribuírsela a una única causa.

 

Sí podemos hablar de las causas más obvias, como la fenomenal campaña mediática a favor de los candidatos de un lado y en contra de los del otro lado. Sin ir muy lejos, al candidato a gobernador por el distrito más populoso del país le tiraron por la cabeza un par de muertos y acusaciones de vinculaciones con el narcotráfico para bajarlo.

 

También hicieron uso del suicidio de un agente del sionismo para minar al gobierno, con sendas marchas de pedido de “justicia” de las que participaron eminentes figuras, entre ellas, el actual presidente del PJ y de la Nación Alberto Fernández y el líder del Frente Renovador y actual presidente de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación Sergio Massa.

 

Los episodios de “La Morsa” y del fiscal Natalio Nisman son algunas de las operaciones político-mediáticas que sirvieron para horadar el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

 

Pero tampoco podemos hacernos los sotas.

 

La pelea entre el gobierno y los trabajadores fue el factor decisivo que no podemos soslayar. Sí, este es un ejercicio de mea culpa. Gracias a Dios ha pasado mucha agua bajo el puente, crecí, maduré y lo que en otro momento de mi historia personal justificaba hoy lo entiendo y debo rectificarme.

 

Recuerdo que yo justifiqué la devaluación de Kicillof, justifiqué la pelea con los trabajadores por el cobro de Ganancias y hoy me arrepiento, el General Perón decía con total atino que la víscera más sensible del pueblo trabajador es el bolsillo. Y con toda la razón del mundo, ¿por qué los laburantes tenían que poner de su bolsillo lo que se ganaron con esfuerzo para sostener un Estado que no les estaba exigiendo el mismo nivel de esfuerzo a los factores de poder? Recuerdo cómo me metieron el perro ese de pensar que el que se quejaba era un “desclasado”. ¿Desclasado? ¿En qué momento el peronismo hizo hincapié en el concepto de clase social? Jamás, era una evidencia de la penetración en nuestras filas del campo semántico del marxismo y yo no lo supe ver por el sencillo motivo de que no conocía la doctrina, aún no había leído a Perón.

 

Qué perro nos metieron. Nos creímos que éramos mejores que el que defendía su propiedad, ¿y por qué no habría de hacerlo? ¿Cuándo el peronismo cuestiona la propiedad privada o la acumulación del capital? Jamás. Más marxismo cultural.

 

Y de eso nos tenemos que hacer cargo nosotros, los peronistas, de arriba hacia abajo. Dejamos que nos permearan ideas y conceptos alienígenas, foráneos, nos subimos a una torre de marfil, a la impostura de superioridad intelectual y moral y dejamos de hablar el lenguaje llano de los trabajadores.

 

Nació una grieta, sí, pero además nosotros nos aislamos y perdimos. Y es hasta el día de hoy que estamos pagando por eso.

 

Pero esa no es la peor parte del asunto, lo más triste es que hubo una importante porción de la sociedad que jamás se bajó de la lógica del grieteo con el “macrismo” y el aislamiento respecto del pueblo, que aún hoy persiste en esa lógica de la revancha y el resentimiento, la moral selectiva y en definitiva, la ruindad.

 

Un ejemplo tan bueno como cualquiera es el del resentimiento hacia el que tiene más plata que uno. ¿Cuándo el peronismo, reitero, despotricó contra la acumulación del capital y el goce de bienes y de ocio? Jamás, el peronismo propende a la felicidad espiritual enmarcada en la felicidad material, el consumo no tiene nada de vergonzante para un peronista, siempre y cuando se haya ganado de manera honesta y con el sudor de la propia frente.

 

Por eso cuando veo a tantos “compañeros” riéndose de un tipo que se fue a Miami y ahora la pasa mal me pregunto: ¿qué pasa acá? ¿Por qué estaba bien cuando durante el kirchnerismo Echarri se iba no sé a dónde de vacaciones y ahora está mal que otros se vayan a Miami o a Punta del Este? ¿Acaso no tienen derecho de irse y venir, que haya que hacer tanto hincapié en burlarse de esa gente? Ahora hasta se ríen de que les sobrevenga un huracán, como si tal cosa fuera bonita.

 

Y debo decir que no me interesa a título personal el discurso dominante que los famosos varados sostengan en relación con el gobierno o el país, hablo no de ellos sino de “nosotros”, porque muchos de los que hoy destilan odio y resentimiento se dicen a sí mismos parados en la misma vereda que yo.

 

Y si te fijás es esa lógica, la lógica de la talibanización que ya nos hizo perder en 2015, regodeándonos como estábamos en nuestra superioridad moral e intelectual. De alguna o de otra manera, lo que queda demostrado en el tiempo es que ha habido quienes después de seis años no han madurado ni han crecido y persisten en el mismo error. Están varados en el 2015.

 

Y ahora serán los varados en Miami, antes fueron los enfermos VIP de coñovirus, mañana serán los que se queden sin trabajo o cualesquiera otros, el modus operandi reinante consiste en generalizar en compartimientos estancos a grupos, tomarlos como enemigos y burlarse de ellos creyéndose uno superior a ellos y sumando al estado de virulencia latente que no para de escalar, mientras en la realidad efectiva los laburantes no llegan a fin de mes y hay cada vez más desocupados, precarizados y pobres. Todos ellos en la soledad, sin que una expresión política los represente.

 

No recuerdo bien quién, pero sí recuerdo haber leído alguna vez que alguien decía que los marxistas tienen esa costumbre de hablar de ideas, mientras que los peronistas hablamos de cosas. Está bien, aunque el General directamente nos llamó a silencio, entendiendo a la obra como verbo: mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar. Pero demos por una vez la derecha a ese concepto de que los peronistas hablamos de cosas. ¿Qué significa? Que nos hemos ocupado históricamente de la realidad efectiva, de los problemas del hombre de a pie. Por eso ese aislamiento de los dirigentes y la militancia respecto de las necesidades del pueblo son un llamado de atención, los peronistas no somos así. El odio, el resentimiento, la burla hacia el compatriota no son peronistas, el aislamiento respecto de las inquietudes reales del pueblo, menos.

 

El entrismo nos mató, sí, verdaderamente nos estamos fagocitando nosotros mismos, varados como estamos en 2015 y cometiendo los mismos errores que cometimos entonces.

 

Si no somos capaces de salir de esa realidad acotada del microclima y la obsecuencia jamás vamos a lograr extirpar ese parásito que es el progresismo para ponernos a reconstruir lo que el entrismo destruyó. No hablo de los abducidos irrecuperables, hablo de los compañeros que están sumidos en el mismo error, que se prenden a la agenda de la división y la ruptura entre compatriotas.

 

Es el proyecto del enemigo que nos matemos entre nosotros, que nos odiemos, que nos acostumbremos a igualar hacia abajo y sintamos resentimiento por el que se rebela ante su propia pauperización.

 

Nos están adiestrando, quieren que nos conformemos con un plato de arroz al día y que creamos que el enemigo no es quien nos fuerza a vivir al borde del hambre, sino el que se puede ir de vacaciones.

 

Pero no nos comamos la galletita, Perón nos explicó que para un argentino no puede haber nada mejor que otro argentino. 


Comentarios

  1. Hoy le recomendé esta nota a una compañera, y de paso la volví a leer. Me siento muy identificado con ella, y es muy lindo que una "escribidora" haya podido poner en palabras algo que humildemente pienso desde hace tiempo, pero privado como estoy del don de la elocuencia. Gracias.

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