Y sí, se impone hablar acerca de la derrota atroz del gobierno, aunque sobreabundan por estas horas los análisis y las conjeturas.
Claramente este texto, como ninguno de los que integran este blog, no tiene ínfulas de manual ni tampoco pretende erigirse en verdad revelada, simplemente me nace hacer algunas reflexiones acerca de los pensamientos y los sentimientos que lo que sucedió me ha suscitado. Claro que aún estoy desordenada, los acontecimientos están demasiado frescos.
En primer lugar debo decir que los resultados no me sorprendieron para nada y que solo podrían sorprender a los sobreideologizados que se creen que son la medida de todas las cosas. El pueblo no entiende de colores políticos ni le interesan y eso está bien, entiende de saldos en la SUBE, comida en la mesa y heladeras vacías o llenas, de asados y de juntadas, de fiestas de quince o de dieciocho, de vacaciones a Mar del Plata y de si le roban o no. El pueblo no entiende de pandemias ni de macrismo, sino de changas o ausencia de ellas, de trabajo, de la ética de quien hace fiestas mientras otros no pueden velar a sus muertos y de ser libre o no serlo.
El pueblo es sencillo, por eso entiende lo que hay que entender y el resto le parece que es cotillón; tiene razón.
Desde hace un buen tiempo resultaba cada vez más evidente que el gobierno nacional estaba completamente aislado de las necesidades y las inquietudes del pueblo, tanto que parecía que jugaba a perdedor. La postulación a dedo de una candidata que no tenía mucho más para ofrecer al electorado bonaerense que una imagen acicalada y frases altisonantes con factoide incluido y de un radical sin carisma que hablaba de goce pero no de trabajo para la Capital Federal nos daban cuenta de una verdad a gritos, la evidente seducción de la derrota por parte del oficialismo nacional. Pero vale preguntarnos a qué se debe eso.
En lo personal, manejo algunas hipótesis, pero pueden sonar algo fuertes.
En primer lugar, estoy plenamente convencida de que ambas coaliciones dominantes responden al mismo proyecto de país, al de un país colonial administrado por dos facciones A y B del mismo partido único dependiente de la élite global.
La derrota de Mauricio Macri en 2019 marcó un cambio de paradigma respecto de la duración histórica de los períodos presidenciales, resultando el propio Macri en el primer presidente de la historia que no logró la reelección tras un único periodo de gobierno. En tan solo cuatro años, Macri logró lo que nadie, romper una tradición histórica de la política argentina: la de reelegir a cualquier presidente que llegara a cumplir su mandato.
Y eso nos da la pauta de que esa excepción podría erigirse en norma a partir de ahora, no hay motivos para pensar que de 2023 en adelante no pueda armarse un esquema de alternancia de a un mandato por vez, como les gusta a los “republicanos” desde siempre.
Es que es así, el verso de la “alternancia” como sinónimo de “democracia”, todo muy entre comillas, es un viejo leitmotiv del gorilismo argentino que se autopercibe republicano y que sugiere que el hecho de que un gobierno se alterne con otro de distinto signo político sería el ideal de democracia, aunque al pueblo le guste tan solo uno de los dos modelos y reniegue del otro.
En fin, el caso es que el estado de cosas nos está haciendo suponer a los “conspiranoicos” que existe un pacto de gobernabilidad entre el llamado Frente de Todos, neoliberal en lo económico y socialdemócrata progresista en lo cultural, y la alianza Juntos por el Cambio, neoliberal en lo económico e indefinida en lo cultural, con elementos progresistas y otros más “conservadores”, si se quiere. En esencia son lo mismo, pero unos capitalizaron lo que quedaba de la vieja UCR y sus valores “republicanos” (recuérdese que el sello PRO, cuando ganó protagonismo en la ciudad de Buenos Aires allí por 2004-2005 al calor de la tragedia de Cromagnón, se llamaba “Propuesta republicana”) y la otra facción pretende capitalizar al peronismo, vaciando de contenido las figuras de Eva y Juan Perón y fundamentalmente desvirtuando la noción de justicia social que da nombre al movimiento justicialista y constituye la principal bandera del mismo, la concreción final de su proyecto.
Así, el poder global se aseguraría la administración de esa riquísima colonia llamada Argentina, sin temor de que un movimiento nacional de liberación como el peronismo se pueda reagrupar y disputarle el poder en este territorio.
Lo de ayer fue una muestra de esa alternancia, un ensayo o acaso la consolidación de la misma.
La derrota del oficialismo augura una victoria de la coalición B, llámese Juntos o comoquiera que se llame en 2023, si es que hubiera 2023, cosa que una servidora espero que así sea. Pero en caso de que triunfe A lo mismo da, pues A y B son las dos facciones del mismo modelo, ¿se ve?
Y la clave era lo que pareciera finalmente haber sucedido: ha sido muy profundo el trabajo que los lados A y B de la grieta que por algo siempre hemos calificado de artificial, pues es una simulación de conflicto, han llevado adelante para embadurnar de caca al peronismo. Han hecho creer a gran parte, a la mayoría del pueblo que el peronismo es eso que hace esa coalición socialdemócrata progresista que no gobierna en ningún caso para el pueblo. Han, deliberadamente, hecho creer al pueblo que el peronismo era hambre, ajuste y agenda de minorías. Que “justicia social” eran el DNI no binario o la ideología de género, el sexo de los ángeles y la mar en coche, y no un país estable y previsible con igualdad de oportunidades para todos, trabajo y garantías de progreso. Deliberadamente hicieron creer al pueblo que justicia social era aquello que el pueblo no requiere ni demanda ni anhela. Y de esa manera nos derrotaron, porque un pueblo que no conoce la doctrina que nació de sus propias entrañas no tiene por qué defenderla, actúa de acuerdo con lo que necesita, y necesita progresar o de mínima, expresarse, que fue lo que hizo ayer.
El pueblo no es estúpido y no se equivoca, el de estas elecciones primarias del 12 de septiembre fue un mensaje muy claro de que el gobierno no estaba haciendo las cosas bien, de que esa promiscuidad de burlarse de la inteligencia del pueblo no queda impune, alguien se tiene que hacer cargo y solo puede ser el gobierno.
Porque al pueblo no le interesan los cómos ni los porqués, al pueblo solo le interesa poder trabajar y progresar y que no le rompan las pelotas. Es corta la bocha. Y al pueblo le rompieron las pelotas por más de un año, lo encerraron, lo trataron de irresponsable y de asesino por pretender salir. Y ojo. El pueblo fue paciente, fue indulgente, comprendió que la situación era excepcional y por ello aguantó de buen grado determinadas restricciones e imposiciones, pero, ¿por cuánto tiempo lo iba a hacer? ¿Qué es más urgente, comer hoy o protegerse de una enfermedad que uno aún no contrajo y que apenas es una probabilidad y que en todo caso, en caso de matarte es más benévola que el hambre, pues es más rápida?
El pueblo aguantó todo y durante demasiado tiempo, pero cuando supo que quienes le imponían las restricciones no a la joda, no a la pizza afuera, sino al trabajo, a visitar a los mayores, cuando supo que quienes le robaban su tiempo y lo atemorizaban andaban de fiesta, obviamente el pueblo reaccionó, y con motivos. Más de cien mil familias argentinas perdieron a sus seres queridos en un año solo por causas atribuibles o atribuidas al coronavirus. Ninguno pudo velar a sus muertos, pero el presidente podía festejar un cumpleaños. Eso es inmoral, se sabía que habría de pagarse más temprano que tarde, el pueblo no es imbécil. Es bueno, pero imbécil, no.
Y claro, por eso es que algunos nos pusimos al hombro la tarea de aunque fuera intentar organizar al pueblo y recordarle qué es el peronismo y qué no lo es, qué es la justicia social y qué es otra cosa. Pero no luchábamos contra carne ni sangre, el enemigo es demasiado poderoso para que pudiéramos hacerle mella. No siempre los gigantes se tropiezan con una piedra y se matan con su propia espada como le sucedió a Goliat cuando peleaba contra David. La mayoría de las veces el gigante vence, por lo enorme, lo bruto y lo inmoral.
Estamos orgullosos de haber librado el buen combate, que sin lugar a dudas habremos de perder, porque somos el Quijote contra los molinos de viento, pero no por eso vamos a dejar de pelear, las batallas no están para ganarlas sino para darlas. Mientras nos quede un hálito de vida no dejaremos de decir nuestra verdad, sencillamente porque tenemos hormigas en el culo y no nos va eso de quedarnos quietos.
Pero lo estrictamente cierto es que es muy probable que sea demasiado tarde, el peronismo es una especie en extinción que va a morir de viejo tarde o temprano, máxime si los pocos muertos de hambre que lo defendemos somos un hatajo de castrados materiales que no nos vamos a poder reproducir.
Las opciones que le han dejado abiertas al pueblo no lo representan, solo significan sellos de goma del único partido dependiente de la élite global.
Pero como todo es una gran simulación, los actores juegan a pelearse porque tienen la obligación de fingir que son cosas diferentes y que representan intereses contrapuestos, aunque ello es estricta y llanamente una farsa. Son aliados, socios en la destrucción del país y su entrega a los poderes concentrados.
Es por eso que existen Todos y Juntos, existen para jugar a la antinomia grietera mientras sus militantes sobreideologizados se sacan los ojos unos a otros, sus líderes en la cúpula pactan y el pueblo sufre, cada día más pobre y más olvidado, más hastiado y sin que nadie lo represente. El país, mientras tanto, se reparte al mejor postor, se rifa, y los argentinos no tenemos futuro, ni expectativas, ni sueños ni esperanzas.
La de ayer ha sido una derrota previsible, solo un militante enceguecido en su propio microclima puede sorprenderse de lo que pasó, y no responde a la “ultraderechización” de la sociedad ni a las fallas en la comunicación de parte del gobierno, responde a que tal y como nos enseñó el General Perón la víscera más sensible de los trabajadores es el bolsillo, y los precios suben por el ascensor mientras los salarios suben por escalera. Eso es elemental, nadie quiere vivir mal, y cuando te prometen primero que te van a llenar la heladera y te la vacían y después que vas a volver a ser feliz y a salir a la vida que querés pero seguís sin tener un mango partido a la mitad, llega un punto que te sobreviene el hartazgo.
El nivel de abstención electoral demuestra eso, ese techo histórico del 33% del electorado faltando a las escuelas el día del comicio da muestras del hastío del pueblo respecto del chamuyo de los políticos que tienen la lengua muy larga y muy cortas las entendederas o que, según lo veo yo, son muy vivos pero juegan bien a hacerse los pelotudos como perro al que se lo están culiando.
Es ese cinismo, ese descaro que manejan, el que obliga al pueblo a verter su insatisfacción hacia personajes gritones que hablan de libertad y que juegan a la antipolítica, asimilando a la política a una “casta” a la que por otra parte están muy ansiosos de pertenecer. Bueno, este tipo dice lo que pienso yo, dice el pueblo. Que hay que prender fuego todo y mandarlos a todos a cagar, porque son una casta de hijos de puta que se quieren salvar ellos solos sin que les importe un rábano el país. Yo lo voto, yo quiero ser libre, estoy harto de que si quiero poner un negocio me maten a impuestos mientras a otros les dan plata por el solo hecho de respirar. No quiero salir a robar, no quiero irme del país, quiero trabajar y progresar, voto a este que quizá sea la misma mierda que el resto, pero que por lo menos dice lo que yo pienso y a los gritos, como yo también quiero gritar pero nadie me va a escuchar.
Pero no, ahora salen la intelectualidad orgánica y la militancia sobreideologizada y panzallena a buscar la respuesta en “las derechas”, así en plural, en los Jaíres Bolsonaro y los Donals Trump, para no decir que el pueblo dio un mensaje de que está harto y está cagado de hambre, de que aún nos hace el favor de canalizar su rabia en las elecciones y no ha salido a prender fuego si no el Banco Central por lo menos un supermercado chino, aunque está al límite, hastiado de que le roben y subestimen su inteligencia.
Debemos dejar bien en claro que la derrota de este domingo ha sido toda del gobierno, de su deliberado maltrato al pueblo y de su manoseo, de su inmoralidad y de su, en el mejor de los casos, impericia. Eso suponiendo que esté una servidora equivocada y que en realidad el gobierno esté compuesto por personas nobles y bienintencionadas, estúpidas e inoperantes, eso sí, pero buena gente honrada y honesta que se desvive por el bien común.
Que el mapa de la Argentina esté hoy pintado de amarillo incluso en los distritos bastiones del peronismo y del kirchnerismo es una consecuencia de lo que el gobierno ha hecho durante dos años. No ganó Juntos, perdió Todos y sobre todo perdió el pueblo argentino, que se ha quedado huérfano de toda representación, porque ojo, que no se crea algún caído del catre que el pueblo apoya a los que desgobernaron cuatro años endeudando al país y hambreando; no. El pueblo simplemente dejó un mensaje claro de rebeldía ante el gobierno, un mensaje de que lo que él diga que no haya que hacer será lo que el pueblo haga, porque ha prevalecido el principio de desobediencia.
Espero desde lo más profundo de mi corazón que el mensaje que otorgaron las urnas no se traduzca en un estallido social. Lo he dicho y repetido mil veces, no quiero el estallido porque los muertos, los heridos y los presos siempre caen del mismo lado, siempre los pone el pueblo.
Apelo a seguir organizando al pueblo, a construir una alternativa, adoctrinar y tal vez, en una de esas, quizá alguna vez se nos dé. Quizás dentro de diez o catorce, dieciocho años, exista una salida y si no, seguiremos en la lucha porque las batallas no están para ganarlas sino para darlas. Seguiremos librando el buen combate con la misma esperanza de siempre de que algún día en esta tierra habite una nación libre y soberana, que goce enteramente de las mieles de la justicia social.
Que Dios nos dé vida y fuerzas para pelear, porque lo que se viene es la anomia y nadie sabe qué pueda salir de ella.
Diste en el centro del blanco diciendo algo que se oculta rigurosamente, que hoy por hoy somos una colonia o más bien una factoría gobernada por el Partido Único de la Colonia.
ResponderEliminarUn país subordinado económica e ideologicamente a intereses extranjeros, donde "hacemos que" tenemos autodeterminación y solo cambiamos de administración colonial.
Allá por 2015 cuando me venían con eso de "que querés, que seamos Venezuela", respondía que era preferible a terminar como Chile, Colombia, o Perú completamente subordinados a mandatos ajenos, con el pueblo en la miseria y alternando entre el hambre y las ganas de comer, al menos Venezuela mal o bien pelea por su autodeterminación, cosa que no es gratis y vaya que hay que ganársela.
Desde la época de los montoneros y ya antes, se habla, se dice, se transmite, que USA nos domina y que Europa nos coloniza.
ResponderEliminarYo trabaje en YPF, Repsol, como simple obrero, y mi hermano ingeniero, que fue quien me dio los dos trabajos. El viajo por trabajo a más de 35 países y hablo con muchos economistas.
Todos los prestamos solicitados al FMI están otorgados con consignas a seguir, ya que todos los gobiernos fueron, pidieron y dieron el plan frente al FMI para el cual solicitaban ese dinero.
Entren a la pagina del FMI, y lean ustedes mismos, no lo que yo digo, ni lo que se escucha.
Hay enmiendas como, por ejemplo: limitando la filtración de prestaciones a beneficiarios no previstos.
USA no es un ogro ni Europa el colonizador. Mejor ver la realidad como, por ejemplo:
1968: Se solicito un préstamo entre otras cosas, para consolidar la sociedad Industrias Kaiser Argentina S.A., mas conocida con la sigla IKA, era un constructor de automóvil totalmente argentino con asociación capitalista VW, la actividad comenzó en 1950 y termino en 1979. Jamás se encontraron los registros con los balances, saldos y deudas, pero el dinero ingreso al país. El que quiera informes, póngase en contacto con http://www.irenees.net/bdf_fiche-analyse-94_es.html
1974: figuraban desde ese entonces el pavimentado de 15 rutas en todo el territorio que todavía están trazadas en ripio. Si alguien tiene dudas que me lo diga, yo les doy el nuero de ruta y la provincia donde se encuentran. (en un solo comentario no entran todos los datos)
1977: La junta militar hizo desaparecer mas 150 millones de dólares que hasta ahora nadie reclama a donde fueron a parar. (Dato extraído del FMI https://www.imf.org/en/publications) Si no la encuentran deben ir a correos y ponerse en contacto con el responsable del blog.
1982 fin de la guerra con Malvinas, el país esta endeudado por 25 años y el FMI se negó a trazar un plan de ayuda económica ya que la política en argentina es inmanejable, ningún político quiere dejar el campo para centrar la economía en Industria, y que el dólar no sea un moneda de cambio sino SOLO MONEDA ligada a la industria. En la década del 80 comenzaron con la deforestación en Salta para plantar soja.
1997: El estado no tiene ferrocarril, ni rutas, ni propuestas de crecimiento, pero si un terreno en Anillaco donde se estaba trazando una ruta o aeropuerto.
investigación del CEFID-AR y un investigador de IDAES, que sustenta en los estudios desarrollados en el tercer Documento de Trabajo del CEFID-AR dedicado al fenómeno de la fuga de capitales en Argentina. (Pueden descargar el PDF)
Ahora bien, si todo es mentira, entonces no hay problema y todo tenemos dinero para comer, salir y ser feliz, la economía argentina es sana y nos quejamos sin motivo. Ningún candidato hará algo para decir la verdad de que no es ni USA ni Europa los que tienen la economía de este Pais en sus manos, ES M E N T I R A, Todo Europa hace negocios fructíferos con USA, Marruecos, y paises de Asia negocian con USA y Europa, los argentinos no tenemos crédito frente a nadie porque solo destruimos y decimos que son los extranjeros quienes siempre se quedan con lo nuestro. Es infantil dicho asi, pero si desean lenguaje técnico hay información en inglés, francés, alemán, sobre Argentina, que a veces es diferente de lo que se dice aquí.
No solo, no se lee en este País, sino que se mira hacia otro lado y se dice lo que nos dicen. Así estamos y estaremos.