País de huérfanos

 



Hace unos días pasó algo extraordinario que sacudió un poco la agenda previsible de la última semana de cara a las elecciones primarias. Pero antes que nada quiero pedir disculpas por la autorreferencia.


Temprano y de mañana, un domingo (¿o era sábado? Sí, era sábado) recibí un mensaje privado de una persona que me solicitaba permiso para publicar una de mis notas de blog en un portal de noticias digital, uno de gran tirada, de los más leídos del país. Por supuesto que accedí, me pareció una oportunidad extraordinaria aquella de poder meterme aunque fuera de invitada ocasional a una trinchera en la que no pertenezco para nada pero que podía sacar buen rédito de mis palabras. 


Y es que en ese texto trataba acerca de la profunda crisis de expectativas de la que somos víctima los adultos jóvenes en Argentina, que nos atañe a todos o a la gran mayoría, aún cuando tengamos trabajo y estudios superiores. Claro que en ese texto no mencionaba la ausencia de futuro de aquellos que no tienen estudios, que por supuesto están aún peor. Pero se entendía que para un argentino menor a cuarenta años pareciera un sueño irrealizable tener un hogar propio aún teniendo trabajo, que cuesta mantener hijos, sostener una casa y que en medio de una campaña política atravesada por la crisis económica no se hablaba más que de trivialidades. 


Eso era todo, tampoco era el gran texto y no ameritaba demasiada atención. Era un compendio de obviedades, de verdades a gritos que más o menos a todos nos toca vivenciar de lejos o de cerca. Pero causó mucho revuelo, tanto como jamás me hubiera imaginado.


En primer lugar enuncio las consecuencias personales, porque son las que menos interesan. Debo decir que una servidora, con mi temperamento tranquilo y en extremo tímido me he sentido algo incómoda por el número de personas que se apresuraron a llegar hasta mis perfiles de Facebook, Twitter, Instagram —que difícilmente uso— y hasta LinkedIn —que ni siquiera recordaba tener, no estoy mintiendo— presentándose como presuntos productores de radio y televisión interesados en entrevistarme. Ha sido verdaderamente muy raro encontrarme esos mensajes de personas que insisten y no entienden evasivas. En fin.


Lo que sí fue interesante fue el sinnúmero de personas que se acercaron a felicitarme por el texto, incluso algunos “colegas”, si se me puede llamar a mí colega de ellos. Quiero decir: periodistas, escritores, filósofos, políticos, gente que no tendría por qué usar diez minutos de su tiempo en leerme a mí. 


Pero lo más impresionante fueron los mensajes de los hombres y mujeres de a pie que se acercaron a contarme innumerables historias de vida, que se vieron impelidos a contarme porque sintieron seguramente que yo los escucharía. Y sí, los escuché. A todos, aunque aún no haya hecho tiempo de responderles a todos.


Recuerdo una chica a quien quiero mucho de siempre y que tiene mil problemas, mamá soltera, sin trabajo, que siempre se las rebusca y que sé que la está pasando como el orto, justo habíamos estado hablando de que ella se quería ir del país en el ínterin entre que escribí la nota y cuando fue publicada. Y ella decía que se había puesto a llorar leyendo, porque se sentía representada en lo que estaba expresado allí. 


Recuerdo otro muchacho que me escribió azorado, enojado porque un medio local de su distrito había publicado la nota prácticamente íntegra, sin siquiera nombrarme o al medio de donde esta había salido. Con esfuerzo, me contaba este chico, había logrado al cabo de varias denuncias que ese medio, un portal digital, borrara la nota. 


Y la verdad que aquello me generó un sentimiento ambiguo, porque me conmovió ese sentido de la justicia de aquel hombre que peleó por mí, o por algo que él sintió que me pertenecía, de manera absolutamente desinteresada. Pero por otro lado le tuve que hacer la aclaración de que no me molestaba, no importaba que ese medio me “hubiera robado”, porque en realidad lo interesante y gratificante del caso era que esa gente seguramente se había sentido identificada con ese texto y que por eso se había apropiado de él. Que lo que importaba era el mensaje, nada más, que llegara a más gente y que generase un cambio en el modo como esta campaña política sería encarada por los candidatos a partir de ese momento.


Y es que ahí está el quid. 


Lo que una servidora pretendía era reclamar para esta campaña un debate de ideas serio, que contemplase un horizonte de futuro, los mecanismos a través de los que ese futuro tendría suceso y de mínima que nos dejaran de subestimar por ser jóvenes, que no nos traten de idiotas, no se nos va la vida en el deseo de fumarnos un porro, tampoco necesitamos que un político nos dé permiso para practicar sexo como se nos cante y con quien se nos cante. Lo que necesitamos es que se nos garanticen condiciones mínimas de reproducción de una vida digna, el resto podemos hacerlo solos.


Y eso era todo, aquí yo soy una circunstancia, el porro o el sexo son circunstancias, pero el mecanismo viene sirviendo con variantes desde hace años y casualmente con mayor evidencia a medida que nuestras condiciones de vida empeoran aún más. Llámese aborto o no aborto, DNI no binario, cupo laboral trans, legalización de la marihuana, sexo libre o como se llame, todas esas cuestiones son problemas sucedáneos de satisfacciones y derechos reales para las mayorías, pero mientras nos ocupamos en debatirlos, discutirlos, unos celebrarlos, otros reprobarlos, a todos la vida nos es cada vez más dura. Y eso es lo que importa. Fijate que vos podés tener un cupo laboral para todas las personas trans pero si no hay laburo para nadie no hay cupo para nadie, es fácil la cosa. Fijate que vos podés tener tu DNI ni masculino ni femenino pero si no tenés trabajo registrado donde presentar ese DNI y que te reconozcan como te autopercibís, el DNI te lo podés meter allí donde Judas perdió el poncho, no te sirve para nada, no te otorga ningún derecho, es solo una simulación de justicia.


Sí, una simulación. Porque lo justo es que a todos nos vaya bien, que todos progresemos, no que a todos nos vaya igual de mal. Justicia social es felicidad para todos, no felicidad para pocos ni tristeza para todos. 


Y eso el pueblo lo sabe y lo entiende, no importa que se haga llamar peronista o no. El otro día me contactaron peronistas, obvio, pero también confesos radicales, trotskistas, libertarios, cada uno con su forma de ver el mundo pero todos con los mismos deseos, los mismos sueños. Aunque no lo digan con todas las letras, lo que sueñan es una patria libre, justa y soberana. Porque para un argentino no puede haber nada mejor que otro argentino. 


El General Perón no se llamaba a sí mismo “autor” de la doctrina, se llamaba “descubridor”, porque él supo que el pueblo argentino albergaba en su seno este sentimiento de amor por la patria, de hermandad con el distinto, de justicia social, de libertad y amor fraterno, cristiano y humanista. Perón no inventó nada, solo encontró en medio del camino una joya, la recogió, la pulió y la expuso al mundo.


Y es por eso que cualquier argentino se pudo sentir identificado con las torpes palabras de una servidora que apenas se hace llamar escribidora porque eso de ser escritor les cabe a unos muy pocos y seleccionados especialmente por el Creador. 


Así que no me interesa que me hagan entrevistas, no me interesa que me pregunten la historia de mi familia ni cuáles son mis estudios, me interesa el mensaje.


Me interesa que un domingo a la tarde se hable de pacto hegemónico en televisión aunque quien leyó ese texto al aire no me conoce, y no tiene por qué hacerlo pues lo que quedó de manifiesto con ese aluvión de lecturas un fin de semana ha sido nuestra orfandad, no otra cosa. No importa Rosario Meza, importa el pueblo argentino. 


Importa que Rosario Meza o Juana de los Palotes logró captar al vuelo ese sentimiento de orfandad que nos descorazona a todos. 


Estamos al borde de la disolución, de la acefalia. Por eso corremos a escribirle a Rosario Meza nuestra historia, porque ella fue capaz de decir lo que pensamos y sentimos todo el tiempo, pero que nadie con más poder que ella capitaliza. 


Recuerdo una vez más aquel célebre texto de Daniel James, Resistencia e integración, en cuya primera parte, “El peronismo y la clase trabajadora” James describe por qué el pueblo trabajador apoyó a Perón. Y uno de los parágrafos se llama “Experiencia privada y discurso público”, o algo así, y allí el autor nos cuenta cómo los trabajadores decían: “Con Perón éramos todos machos”, Perón decía en público aquello que todos callaban, la experiencia de humillación e ignominia a la que el pueblo fue sometido durante la década infame se podía hablar en voz alta porque Perón lo hacía. Y entonces todos éramos machos, todos sabíamos que ese hombre iba a entendernos. Porque él hablaba nuestro idioma. 


Y hoy eso no pasa, nadie es capaz de capitalizar así el pensar y el sentir del pueblo, estamos huérfanos. O por lo menos nadie que sea reconocido como representante por la mayoría. Y por eso nos conmueve una Juana de los Palotes que escribe un blog y dice las cosas que todos sentimos pero que nadie verbaliza. 


Por eso es que a pesar de estar agradecida a todos por sus muestras de afecto e incluso de admiración, quiero decirle a cada uno de los que me estén leyendo que yo no soy nadie, soy apenas una de ustedes, sin más ni menos capacidad, tal vez con mayor dominio del piripipí. 


Soy una Juana de los Palotes que lo único que desea es la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación. Que desea que en algún momento hagamos el salto, nos arrojemos al vacío de la supuesta grieta y descubramos que finalmente era todo un decorado para que no nos diéramos cuenta de que estamos todos en el mismo escenario, de que somos iguales, y de que tenemos que estar unidos para poder salir de este atolladero. 


Todo es un decorado, solo tenemos que abrir la puerta y encontrarnos, para construir entre todos una patria libre, justa y soberana. Porque para un argentino no puede haber nada mejor que otro argentino. 


Comentarios

  1. Soy tu fan, Juana de los palotes, soy tu fan porque tenés el don de poner en palabras lo que siento. Grosa!!!

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  2. Me resultó más esclarecedor que el anterior

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