Volver a Perón, el nuevo ídolo de les pibis




Desde este lunes no se escucha otra cosa que ese mantra: hay que volver a Perón.


Una consigna muy graciosa en estos tiempos, puesto que quienes nos hemos reivindicado orgullosamente peronistas desde el día cero, desde antes de que tuviera inicio la campaña por las elecciones de medio término hemos sido catalogados con agraviantes epítetos, tachados de vetustos, “derechosos”, rancios y “fachos”, nomás por rescatar de un anaquel polvoriento la doctrina de Perón.


Pero parece que esta semana, al calor de la apabullante derrota sufrida por el oficialismo en los comicios del pasado domingo 12 de septiembre se impone volver a Perón, el nuevo ídolo de les pibis para la liberación.


Menudo descubrimiento, el discurso de los días que corren apela a la recuperación del vetusto líder carismático y populista, el tirano prófugo que además se cuenta por ahí, aunque no está del todo chequeado, que era milico.


Espero que esto último no haya sido así porque de otro modo, a más de uno le sobrevendrá el surmenage. Si se enteran no levanten la perdiz, se los ruego, no queremos que les pibis se sientan que están apoyando a un milico.


Lo chistoso es que se nos dice mucho que hay que volver a Perón pero no se nos está diciendo qué significa eso, y sobre ese asunto me gustaría esbozar algunas líneas a modo de reflexión. 


Decía ayer que estoy plenamente segura de que el Frente de Todos es la coalición A de un pacto de gobernabilidad colonial entre dos facciones A y B, también llamado pacto hegemónico o Todos Juntos por el Cambio. En ese estado de cosas, planteaba que ese pacto tenía como finalidad administrar la dominación, hacer gobernable para las élites globales esta rica colonia llamada Argentina, pero que esa gobernabilidad tenía un límite, y este era la existencia en las entrañas de este pueblo de un movimiento nacional de liberación: el peronismo.


Entonces para garantizar la gobernanza de la colonia es preciso dinamitar al peronismo desde sus entrañas, parasitarlo y una vez dentro de él, llenarle la barriga de dinamita y hacerlo volar en mil pedazos. 


Para eso existen estos ensayos de gobiernos socialdemócratas progresistas aislados del pueblo y disfrazados de peronistas, precisamente para asociar en la memoria colectiva al peronismo con la futilidad, la agenda de minorías (putismo, misandria, pobrismo, obsecuencia traducible en cunnilingüismo, el equivalente al felacionismo cuando el objeto del mismo es una mujer, pavadas de todo tenor). Y las derrotas como las del domingo agregan un condimento extra a esa ensalada, desde ahora hasta noviembre vamos a estar escuchando ese llamado a volver a Perón mientras que se seguirán sucediendo políticas como las que se venían celebrando, de “género y diversidades” y parches en lo económico del orden del tristemente célebre ingreso familiar de emergencia (IFE) o los seis kilos de carne de bono a los jubilados y pensionados que cobran menos de dos haberes mínimos. 


Y a eso se le llamará volver a Perón y se lo hará pasar por justicia social, aunque son más bien todo lo contrario. 


Las políticas de minorías no son peronistas porque atentan contra la verdad peronista que afirma que los únicos privilegiados son los niños y los ancianos. El pobrismo, el asistencialismo social no es justicia social, por el contrario, da muestras de que el pueblo no tiene trabajo o no cobra por él lo suficiente para procurarse los bienes y servicios sin tener que recurrir a la asistencia del Estado. Para el peronismo solo hay una clase de hombres: los que trabajan. Un hombre que no trabaja no es digno, porque la dignificación del hombre se da a través del ejercicio del trabajo.


Así que este “volver a Perón” es un volver tramposo, es una estratagema para vestir a Perón de lo que Perón ni fue nunca ni pretendió ser y a menudo incluso criticó furiosamente. Él en persona o a través de Eva Perón, su vehemente esposa o Isabel, su fiel compañera y aprendiz. 


Algunos han entendido el “volver a Perón” desde un sentido formal, de declamación discursiva en el fragor de la militancia. Volver a Perón significa nombrarlo y lanzar a la audiencia alguna consigna cuasiperonista de dudosa procedencia del orden de “gobernar es hacer”. En lo particular, he oído a Perón decir que en un país en el que todo está por hacerse gobernar es crear trabajo. También lo he leído expresar que gobernar es poblar. “Gobernar es hacer”… esa te la debo.


Otros, acaso intelectuales orgánicos aliados o afines al gobierno han entendido que volver a Perón era poner los dedos en ve, cantar la marchita y poner una foto de Perón y se han despegado de esa liturgia tan desagradable y parda a sus finos paladares. Han hecho la salvedad además de que los muertos de hambre que nos declaramos orgullosamente peronistas, cantábamos la marcha con los dedos en ve, poníamos la foto de Eva y de Perón y comíamos choripanes arriba de un camión no tuvimos siquiera la decencia de alcanzar el 1,5% que se requiere en las elecciones primarias para que le sea a uno posible competir en las generales. 


Aclaraban estos intelectuales que antes de volver a Perón lo que había que hacer era generar un horizonte de previsibilidad en el país, condiciones de vida dignas, capacidad de ahorro y ocio, horizonte de futuro. Es decir, garantizar un país vivible, digamos. Aclaraban que lo que hacía falta para ganar elecciones no era peronismo sino eso, una vida digna y previsible. 


Pero aquí ya el lector se debe estar preguntando lo mismo que yo al leer esa clase de declaraciones: “Pero mi querido amigo, amiga, amigue, ¿Acaso ese que usted está describiendo no es un país peronista, y ese modelo que usted reclama no se llama justicia social?”.


Y es que qué tiempos serán estos que hay de justificar lo obvio, ¿no? Habrá un tiempo en que será preciso desenvainar la espada para defender la premisa de que el pasto es verde o el cielo es azul.


Nótese cómo nos operan el marote para que perdamos de vista qué se quiere decir cuando decimos peronismo. 


Cuando los peronistas decimos que hay que volver a Perón y que el pueblo argentino es peronista aunque no lo sepa lo que estamos diciendo es que el pueblo sin interés de bandería política alguna quiere vivir bien, trabajar, estudiar, progresar, tener su casa, su auto, sus vacaciones pagas y su jubilación digna. Su futuro y su trascendencia en la familia y en la herencia de un hogar digno forjado en el amor y el trabajo.


Esa es la definición de la justicia social y volver a Perón es eso o nada, sin importancia de los colores políticos. Por eso un Osvaldo Soriano podía escribir “Yo nunca me metí en política, siempre fui peronista”, porque el peronismo trasciende a su propia representación partidaria o a cada una de las representaciones partidarias que se asimilen peronistas; el peronismo vive en el pensar y el sentir de los argentinos, del pueblo. 


Cuando los peronistas que nos asumimos tales, que nos sentimos guardianes de las instituciones históricas del peronismo como la unidad básica o el sindicato, incluso del partido que hoy está intrusado, cuando los orgullosamente peronistas nos juntamos a cantar la marcha a voz en cuello venerando la estampa de Perón y de Eva no estamos ejerciendo una demagogia electoralista de circunstancia, estamos prometiendo y comprometiéndonos a dar la vida por una causa superior a nosotros mismos. Cantamos la marcha y lloramos, porque la sentimos en el corazón, pero después vamos a casa y seguimos siendo peronistas, vemos el mundo a través de esa cosmovisión que es la doctrina de la justicia social, que es la única que propone una revolución de paz y amor porque está basada en la doctrina social de la Iglesia, profundamente humanista y cristiana.


Volver a Perón es lo que le hemos exigido a este gobierno desde que asumió y nos tachaban de traidores, porque nosotros veíamos que más tarde o más temprano la realidad se iba a imponer y siempre el que paga los platos rotos es el pueblo. 


Entonces cuando en estos días veo a tante pibi progresista desesperado por volver a Perón me río, porque sé que esos muchachos están a las antípodas de lo que el General Perón predicó, pues piensan que la justicia social es que existan privilegios por cuestiones de sexo, etnia o lo que sea, cuando la justicia social es el buen vivir para toda la comunidad, con los niños y los ancianos como únicos privilegiados. 


Sé que la cúpula lo hace para cumplir su mandato de destruirnos y también sé que los militantes de a pie lo hacen por confundidos pero déjenme decirles que mientras existamos cinco o seis vetustos y rancios con olor a naftalina que aún defendamos la doctrina de Perón, siempre habrá quien se tome el trabajo de recordarles que están equivocados. 


Volver a Perón no son los dedos en ve ni la foto de Eva. No son el IFE ni la olla popular, no es la agenda de género ni el aborto.


Volver a Perón es que desde cada embrión que está habitando un vientre hasta el anciano que hoy se encuentran en el lecho de muerte, todos pasen por este mundo con la certeza de haber vivido mejor que la anterior generación, a sabiendas de que las generaciones venideras serán aún más prósperas.


Eso es volver a Perón, lo demás es sarasa, pindonga y cuchuflito.

Comentarios

  1. Con todos mis respetos.
    En principio Gracias, gracias por dejarnos escribir en su blog. En segundo lugar, perdón por no haberlo hecho antes y tomarme el tiempo de respeto que Usted se merece.
    Siempre con el mismo respeto, cuando la leo, siento en Usted una gran euforia de decir la verdad, lo que realmente pasa en este país. Signo de que tiene empatía bien generada en su conciencia, que sabe transmitir por sus palabras, lo que muchos argentinos piensan.
    Cuando Usted dice:
    “…Cuando los peronistas decimos que hay que volver a Perón y que el pueblo argentino es peronista, aunque no lo sepa lo que estamos diciendo ES QUE EL PUEBLO sin interés de bandería política alguna quiere vivir bien, trabajar, estudiar, progresar, tener su casa, su auto, sus vacaciones pagas y su jubilación digna. Su futuro y su trascendencia en la familia y en la herencia de un hogar digno forjado en el amor y el trabajo…” Error, no somos pueblo, sino ciudadanos. Por favor lea donde está la diferencia.
    Mi sobrina que vive en Francia, jamás leyó ni escucho hablar de Perón, y sin embargo lo tiene claro, que ella quiere una Francia, donde se pueda trabajar, estudiar, tener su casa, etc.
    La ex mujer de mi hermano que vive en Alemania, pretende lo mismo para su Alemania.
    Ustedes, tienen el mismo síntoma que describió Freud en 1910 con el complejo de Edipo, y la dificultad de romper con la matriz.
    Como Usted bien lo dice, el pedido de vivir bien, no es solo peronismo, entonces rompa Usted con la matriz, deje de llamarse peronista. Funde un partido nuevo, lejos muy lejos de la matriz, y yo seré el primero en afiliarme.
    El Gobierno nacional dispuso el viernes 14 de mayo el pago de los montos en pesos a distribuir entre los partidos políticos de cara a las elecciones legislativas de este año. La suma será abonada en dos cuotas iguales en los meses de mayo y septiembre. En total se distribuirán más de 335 millones de pesos.
    Ahora le toca el turno a usted de informar cuantos partidos políticos hay en este Pais y la cantidad de ciudadanos que figuramos dentro de un partido al cual jamás nos afiliamos. Yo al PJ, Jamás lo fui.
    De veras cree que se puede comenzar de cero en este siglo XXI cuando todavía se escribe, Peron, con una PC de 5 generación, decima para Intel. Le voy a decir a mi sobrina que vive en Francia que comience su doctrina Napoleónica, para que se den cuenta de que vivir bien es también Frances y no solo una cuestión de peronistas, macristas, etc.
    Si lo entendió, se que no se siente mal, si lo toma como una agresividad, le pido perdón, no es mi intención, la matriz en política solo debe quedar en el seno del partido como se hace en Europa donde no existen políticos que dan discursos diciendo lo que dijo Charles de Gaulle…. Se lo tiran por la cabeza. O Pablo Iglesias, líder de la izquierda española, anunció su retiro de la política. A ver quién es el político valiente en argentina que renuncia por una democracia mejor.
    La política internacional sirve para adoptar conceptos no para separar un País diciendo que tal país se queda con nuestros capitales. (ref. peronista que debe desaparecer, se nos vienen las criptomonedas con una economía destruida).

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