Hoy estoy aliviada, finalmente Wanda y Mauro se reconciliaron, quedó claro en la historia que fue la otra muchacha la que estuvo pinchando al marido ajeno a ver si picaba, pero no picó. “Un día tenemos que irnos de joda vos y yo”, dijo la China, y Mauro le respondió: “Jajajá, yo ya no salgo de joda”. Así quedó más que claro que el hombre no agarró viaje en la historia que le proponían, por lo que pudo ir hasta Milán a buscar a la esposa fugada por celos, para traerla de nuevo a París.
Y fueron felices y comieron perdices, gracias, mi amor, por seguir apostando a esta familia que hemos armado, y colorín colorado, esta telenovela se ha terminado.
Otras cuestiones, como el hecho de que una familia necesite setenta mil pesos para vivir en un mes, de acuerdo con los datos oficiales, en un momento en el que el salario mínimo alcanza apenas los treinta y un mil pesos quedan eclipsadas por la tranquilidad que nos embarga a todos de saber que hoy Wanda y Mauro están reconciliados, seguramente harán el amor y engendrarán un nuevo vástago para afianzar su vínculo, mientras la China sigue en su puesto de vigilancia expectante, a la espera de un nuevo millonario joven, apuesto y casado al que seducir para sentirse la concha más deseable del mundo, capaz de competir con todas las conchas del jet-set internacional.
Como se ve, hay cosas más importantes que nuestra hambre, cosas que no pueden esperar y que es preciso que sepamos y que conversemos, cuestiones que están muy por encima de lo que a los argentinos nos atañe, pues es evidente que a todos nos interesa saber con quién se acuesta la rubia despampanante a quien le encanta demostrarse como la femme fatale capaz de pasar por encima de cuanta otra femme fatale tenga en el camino, ella quiere demostrarse y demostrarnos que en su habilidad para seducir hombres que tienen mujer no le gana absolutamente nadie.
Es tan impotante que hablemos de esto que no solo no existe medio alguno en el que no se relaten los detalles del affaire, sino que además los medios “serios” ponen a sus “analistas especializados” a trabajar el caso, y entonces sale la periodista feminista estrella del diario predilecto de la progresía a explicarnos como si fuese algo de relevancia que no hay nada de malo en tener una fijación con los hombres que ya tienen familia, que es el hombre el que tiene que negarse a sostener un encuentro sexual con la mujer que se lo ofrece, como si ya que estamos no pudiera suponerse algo de “sororidad” entre mujeres, ya que hablan tanto de eso, y de mínima tener el decoro de seducir hombres solteros, en virtud de que hay muchos peces en el mar.
Y se impone que hablemos de esto y no de aquello, no de la canasta básica de setenta mil quinientos pesos y la de indigencia ubicada en treinta mil pesos. ¿Se vio bien eso? Lo repito para que se tome magnitud: de acuerdo con los números actuales del organismo de estadísticas nacional la totalidad de las jubilaciones y pensiones mínimas están hoy en la Argentina por debajo de la canasta de indigencia y los trabajadores activos que cobran el salario mínimo están a mil pesos (un kilo de carne) de ser indigentes. Mientras Wanda y Mauro son felices y comen perdices, siete de cada diez de nuestros niños y casi todos nuestros ancianos comen salteado, no comen, o no compran los medicamentos.
Pero eso no es algo que nos preocupe, lo que nos importa es que Wanda y Mauro se reconciliaron, Pampita apoya a Vicuña a pesar de la separación, la novia de Maxi tuitea para burlarse de Wanda, la China está con Diosito pero se quedó con las ganas de cogérselo a Mauro y siga el baile, siga el baile. Estamos hablando de personas que son millonarias, que en muchos casos ni siquiera viven en el país, que no tienen que preocuparse por el alquiler, ni por la luz ni por los remedios de la abuela, pero su vida resulta siendo mucho más importante que la nuestra, acaso porque enredados en los problemas de alcoba de esa suerte de aristocracia que constituye el mundo de la farándula nos olvidamos de nuestras desgracias y nos terminamos creyendo que el sufrimiento es algo intrínseco a la vida: “Qué gracioso”, pensamos, “Si esta gente que pareciera que lo tiene todo para ser feliz tiene problemas, ¿por qué no voy a tenerlos yo, que no soy nadie?”.
No soy bello ni virtuoso en el deporte o en las artes, soy uno más, si ellos que son perfectos tienen problemas entonces será que yo me merezco estar muriéndome de hambre en este lugar, estancado, sin proyección a futuro y sin un horizonte de posibilidad. Es justo que yo que no soy ni bello ni virtuoso me acostumbre a la mediocridad de esta vida y no exija nada para mí, no exija que se me permita progresar en proporción a mi trabajo, que es mucho y que en rigor de verdad es mucho más que el que puedan realizar un deportista que vive de jugar a la pelota o una mujer que vive de ser la esposa de un tipo que juega a la pelota u otra mujer que vive de armar escándalos acostándose con los maridos de mujeres que viven de jugar a la pelota.
¿Se ve o no se ve lo absurdo de este teatro?
Y aquí estamos nosotros, hablando porque se impone hablar, como siempre, porque no hablamos, somos hablados, no pensamos, somos pensados, y se nos obliga a empaparnos de la realidad de personas cuyos problemas son muy diferentes de los nuestros, porque ellos tienen esa compulsión por el sexo ocasional y desinteresado del sujeto posmoderno y nosotros tenemos ese problemita de la supervivencia.
Nada menos que la supervivencia, la reproducción material de la vida en el tiempo, en un contexto en el que se nos vende como la panacea un acuerdo de precios que supuestamente “congelaría” los productos de consumo masivo, mientras va quedando en el horizonte cada vez más visible la posibilidad de un estallido a consecuencia del desabastecimiento de los productos básicos, que está a la vuelta de la esquina.
Hablamos del complejo de la cornuda de la China, que tiene una inclinación patológica a medirse ante otras mujeres atractivas “robándoles” los maridos como si estos fueran sujetos pasivos e inocentes que se pueden “robar” y no sujetos libres de poner a su familia por encima de una calentura ocasional porque no podemos hablar de otras cosas. No es conveniente que hablemos del hecho de que a menos de un mes de unas elecciones que el gobierno nacional va a perder escandalosamente no se siente un clima de campaña porque el gobierno no tiene nada para mostrar y se tiene entonces que ocupar en largar bombas de humo mediáticas sobre cuestiones judiciales que se sabe que quedarán en la nada, haciendo respiración cardiopulmonar a Macri una y otra vez, sacándolo del freezer cada vez que hay que buscar de qué hablar y haciendo lo propio con Cristina, que es el mismo tipo de cuco, pero para hacer hablar al otro lado de la grieta artificial.
Hablamos de Wanda y de Mauro porque no es conveniente que señalemos la panquequeada histórica de Cristina que hace semanas se despegaba del peronismo justo antes de perder la elección y ahora habla como si jamás hubiera renegado de Perón, borrando con la mano lo que hace cuarenta días escribía con el codo sobre lo borrado antes con ese mismo codo. No es conveniente que señalemos esa contradicción porque hay quienes son intocables o mejor dicho, no somos nosotros quienes debemos tocarlos, para eso está el pacto hegemónico.
Hablamos de Wanda y de Mauro porque no es conveniente que demos cuenta del hecho de que todo el pacto hegemónico está trabajando en tándem para borrar al peronismo de la faz de la Tierra, para que se nos atribuya el desastre y para que los trabajadores argentinos por primera vez en nuestra historia nos repudien y quieran escupirnos cada vez que se enteran de que somos peronistas.
No es conveniente que se desenmascare el Pacto de Olivos que Massa va a firmar después de perder las elecciones, obviamente con los personeros de la oligarquía, sus satélites y un par de embajadas, con el Fondo Monetario Internacional y con los propietarios de fondos buitres, jamás con el peronismo y desde ya que jamás con el pueblo argentino.
No es conveniente que hablemos de que estamos próximos a la firma del Estatuto Legal del Coloniaje, versión 2.0.
Pasó de moda el virus (como todo, viste vos), como tanta otra tristeza a la que te acostumbrás. Ahora, hay que hablar de Wanda y Mauro.
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