La discusión política del día de hoy giró en torno a los dichos de la militante social y estudiante de Ciencias Políticas Mayra Arena cuyas declaraciones se hicieron virales, como hoy se usa decir.
Mayra se hizo particularmente conocida por una charla que publicó, titulada “¿Qué tienen los pobres en la cabeza?” en la que narraba en primera persona la experiencia de la pobreza extrema, la indigencia y la marginalidad. Desde su irrupción en los medios de comunicación ha publicado una serie de artículos en los que realizaba una sociología de la pobreza y la marginalidad desde la experiencia personal de una chica de la villa.
Otra particularidad de su discurso político es la capacidad de mantenerse al margen de los nombres y los partidos. A pesar de declararse abiertamente peronista, no milita en favor de ningún espacio ni de ningún candidato, sino que como actor político limita su militancia al barrio y como intelectual se muestra lo suficientemente objetiva como para tomar o dejar de cada actor lo que le resulta rescatable. Si tiene que apoyar al gobierno de turno lo hace y si tiene que criticarlo lo hace también, no es obsecuente ni rabiosamente opositora.
La cuestión es que esta señora, Mayra Arena, dijo en las últimas horas algo así como que lo peor que le pasó al peronismo a lo largo de toda su historia, incluidos los dieciocho años de proscripción, ha sido el progresismo. Y ahora está siendo víctima de una auténtica caza de brujas.
Entonces he considerado conveniente detenerme hoy que no hace tanto calor y que por lo tanto puedo respirar sin temor al infarto inminente a hacer la salvedad de que resultan de lo más oportunas las declaraciones de Mayra, y que considero que ha sido un gesto de valentía de su parte decir aquello en este tiempo de plumaje blanco. Sin embargo, debo decir también que tampoco es que haya descubierto el agua tibia.
Lo inmensamente loable del asunto es que lo diga una persona que a diferencia de por ejemplo una servidora goza de un capital en ascendiente social e incluso es respetada al interior de los círculos progresistas. No porque ella misma lo sea sino porque Mayra habla acerca de la pobreza y sabemos que al progresismo le encanta que se hable acerca de aquello tan exótico que él desconoce pero le encantaría emular. Esto es rescatable porque hiere susceptibilidades, que es lo que yo desde mi lugar no puedo hacer sencillamente porque el progresismo jamás oiría a alguien como yo. Hay que ser valiente para ser Mayra Arena hoy. Para ser Rosario Meza no, porque Rosario Meza vive al choque y jamás se va a ganar la simpatía del progrerío.
En otras palabras, Mayra Arena es capaz de abonar la discusión política, lo que quienes se encierran en el microclima que los contiene no son capaces de hacer, pues jamás llegan a penetrar las fronteras de otras trincheras para remover los avisperos ahí. Sus declaraciones generaron revuelo e invitaron de un lado a otro de la grieta artificial pero no a nivel social sino al interior en específico del movimiento peronista, a reflexionar acerca de qué es el progresismo y cuáles son los efectos que este provocó cuando se coló entre las filas del peronismo.
Fue interesante, la mayor parte de los progres indignados han cancelado a una Mayra Arena a quien respetaban, alegando el tristemente célebre “giro a la derecha”. Nunca sé cuando nos dicen eso qué nos quieren decir, pero siempre me imagino a mí misma viajando en kárting y que de un momento a otro se me dé por pegar el volantazo. Otra actitud posible consiste en descalificar a la persona en vez de a sus argumentos, porque es bien sabido que cuando los argumentos de alguien le resultan a uno más bien imposibles de rebatir a menudo uno incurre en la falacia de intentar anular no al argumento sino a la persona.
Ahora, a mí lo que me llama la atención, y que me motivó a escribir este texto corto ha sido el hecho de que una de las cosas que siempre me han resultado más rescatables de esta mujer (sin que yo la conozca personalmente ni mucho menos, jamás hemos pasado de algún intercambio en términos cordiales a través de las redes sociales y de manera pública) es la capacidad que tiene para hacer enojar a todo el mundo. Eso es verdaderamente admirable, extraordinariamente admirable.
Pues en lo personal siempre me he fijado en que quienes resultan más dignos de admiración, las personas a quienes uno por regla general podría querer tomar como referentes y cuya opinión más interesa son personas que hacen enojar a todos los sectores de manera sucesiva. Esa es la clave para descubrir entre el montón de opinólogos a un auténtico libre pensador. Y sin importar el contenido de su pensamiento, sea que uno coincida con él o no, el pensamiento libre y crítico siempre es de respetar.
En lo particular desconfío de las personas que no hacen enojar jamás a nadie o que siempre se pelean con el mismo adversario. O es que quieren quedar bien con Dios y con el Diablo o es que están jugando a disidencia, legitimándose a sí mismos a través de un enemigo de paja. El primero es el caso de determinados comunicadores y el segundo, tanto de otros comunicadores como de todo el arco trotskista de la sociedad, por ejemplo.
Es por eso que me resulta interesantísimo el caso de Mayra, y lo celebro. Porque de ella siempre se está hablando mal pero jamás nadie puede hablar mal de lo que ella dice. De un extremo a otro le escupen acusaciones pero ninguno las demuestra y en definitiva el tiempo le da la razón.
Recuerdo una pequeña anécdota: hace algún tiempo el portal de noticias más leído del país tuvo la idea de publicar una de mis notas de blog. Ese texto me valió multitud de adhesiones y cientos de comentarios alentadores de parte de lectores de todas las ideologías políticas. Se tejieron debates de todo tipo en torno a esa nota y todo el país la leyó, llegando a ser lo más leído del país en la semana de su publicación.
Me encontré entonces a personas de todos los pelajes políticos pensando junto a mí y sintiéndose identificadas con mis reflexiones. Fue gratificante porque desde el interior de un medio de consumo masivo fui capaz de filtrar el mensaje que yo quería dar, que tal vez no hubiera sido capaz de permear tanto en la sociedad civil de no haber sido porque ese medio me dio una oportunidad. No sé por qué ni para qué, seguro atendiendo a sus propios intereses, pero dándome aún así la chance de entrar en los corazones de más argentinos que no sabían quién era yo y por lo tanto no me iban a cancelar antes de tomarse el trabajo de leerme.
Y claro, era previsible que desde el progresismo me iban a tirar a matar. Recuerdo al economista estrella del oficialismo (sí, el de los dientes de conejo y la barba púbica, saben quién es) diciéndome: “Rosario, felicitaciones por la nota del sábado. Ahora veo que la derecha peronista no solo es conservadora, sino que además es pacata” o alguna cosa por el estilo, estoy segura de que sin querer le estoy mejorando la redacción.
El caso es que los Chouza del mundo me han tratado de aburrida y de frígida por una nota publicada en Infobae, pero por el otro lado también ha habido un sector del peronismo autopercibido exégeta templario, rayano en la conspiranoia sin comillas que me acusó de todo menos de linda. Se ha llegado a decir de mí que soy empleada de la embajada de los Estados Unidos o de Israel y acaso agente de la CIA y el Mossad. Chicos, de la que toman, conviden. Todo eso porque de aburrida un día se me dio por escribir un blog y la editora de un portal de noticias me pidió permiso para publicar en su diario una de las notas.
La cuestión es que a la semana siguiente de la publicación de aquel texto Infobae también publicó una nota de Mayra Arena, en la que explicaba los motivos por los que, según ella, los pobres no habían votado al oficialismo en las elecciones primarias. Y fue entonces que sucedió exactamente lo mismo que conmigo: mientras que parte del progresismo se calló y le dio la razón, otro sector se le tiró encima y el peronismo conspiranoico la acusó de todo. Que pobrista, que materialista, que punitivista, que garantista, que pañuelera celeste, que pañuelera verde, que agente de acá y servicio de allá.
Y debo decir con toda humildad que no sé si pondría las manos en el fuego por la persona de Mayra Arena porque, reitero, no la conozco, pero, ¿saben qué? No importa la persona de Mayra Arena, importa su obra como pensadora e importa lo que tenga para ofrecer. Quién le paga y si le pagan por su actividad, no lo sé ni me interesa, pero lo que sí veo es que a diferencia de muchos ella no compra enlatados. Lo que dice es porque lo piensa y porque lo observa, no porque alguien le escriba los libretos. Y por eso la respeto. Y no es que necesite que yo ni que nadie la defienda, estoy plenamente segura de que es perfectamente capaz de defenderse solita.
La habilidad para hacer enojar a todos por igual da cuenta de que en el medio hay un ejercicio del pensamiento crítico, y eso es digno de respeto.
En lo personal, reitero, yo no creo que Mayra haya descubierto el agua tibia cuando dijo que el progresismo ha sido lo peor que nos pasó a los peronistas desde 1955 a la fecha. Pero celebro que lo diga porque alguien lo tiene que decir. Alguien tiene que decir la obviedad a gritos.
El progresismo ha sido en estas siete décadas la única ideología foránea capaz de penetrar la dura corteza del peronismo que siempre supo cerrarse sobre sí mismo para sobrevivir en tiempos aciagos y resurgir. El progresismo es el lobo disfrazado de cordero, se ha vestido con el manto del peronismo para penetrarlo e implosionarlo desde sus entrañas. Entonces nos está condenando a la extinción.
Somos el oso polar flotando a la deriva, pero con la plena y triste consciencia de nuestra propia contingencia ante la vida. Bajo el influjo del progresismo no se enseña doctrina, caen en desuso por vetustas las tres banderas y las veinte verdades y de ese modo nos extinguimos. El progresismo nos quiere adoctrinar en que no defendamos nuestro territorio, en que no defendamos nuestra idiosincrasia, en que olvidemos el significado de la independencia económica y la justicia social y las reemplacemos por la ampliación de los derechos de las minorías.
Nos adoctrinan en que no defendamos a nuestro pueblo desde el punto de vista más básico y elemental de la organización de la comunidad y la reproducción de la vida. Ese es el resultado cabal de la penetración del progresismo. Y no pasó durante los años de la proscripción.
Porque durante el CONINTES, durante la Fusiladora, durante los años de Onganía y de Videla los peronistas dábamos la vida por la causa y moríamos gritando: “¡La vida por Perón!” pero detrás de cada uno había otros que recogían las banderas y el peronismo reverdecía en fuerza, vigor y pasión.
Pero desde el momento en que el progresismo cancela la doctrina peronista el peronismo está condenado a la extinción, desde el momento en que las mujeres se rehúsan a parir y a criar más hijos para la causa, el peronismo languidece. Ese fue el mensaje de Mayra Arena, quien quiera oír que oiga.
Siempre voy a respetar a quien ante la inminente llegada de la propia muerte grita y patalea en vez de dejarse morir como el borrego en el matadero. ¿Nos quieren extinguir? No tenemos manera de evitarlo, pero por lo menos no les será tan fácil.
Impecable. Yo también la banco y también vi cómo la progresía le empezó a soltar la mano de a poquito. Será un desafío para su trayectoria como personaje público ver si ese tipo de opiniones la fortalece en su masividad o la convierte en una paria. Yo le deseo que la fortalezca, porque me gusta lo que dice y creo que a ella le interesa ser oída.
ResponderEliminarPensamiento crítico es lo que escasea en estas épocas. Nos cae bien fulanito y a la media hora estamos "fulanito es todo lo que está bien", y así con todo. Ante cualquier opinión, hecho o personaje tomamos partido y no nos movemos jamás de nuestra posición; y eso nos hace mierda.
Y lamentablemente todo comenzó cuando el mejor presidente peronista de este siglo abrió el juego. Los días más felices y también el germen de la implosión.
Es una gran c*gada todo.