“No, no he aprendido nada, amiga Marge”

 


En el capítulo de Los Simpson titulado “Homero el malo”, el protagonista es acusado injustamente de haber abusado de una universitaria que se había quedado a cuidar de sus hijos por una noche. En la emblemática situación de la Venus de Milo de jalea y su “dulce figura”, la chica se siente ultrajada pensando que Homero le había tocado el culo con lascivia, aunque en realidad este había tomado del pantalón de la niñera una gomita en forma de Venus que se le había quedado pegada. A partir de esa escena, Homero es perseguido día y noche por el colectivo feminista universitario y su caso llega hasta los medios de comunicación.

 

La espectacularidad de la cobertura mediática e incluso cinematográfica de la acusación implica que incluso, hacia el final, hasta su propia familia comienza a dudar de su inocencia nomás por inercia, por ósmosis, contagiada por el aire de cancelación que rodea al propio Homero quien será goloso, pero depravado no es. El caso es que paradójicamente a partir de la mediaticidad del affaire, Willie El Escocés, jardinero y conserje de la escuela primaria, logra la exoneración del inocente a través de la presentación de un video de filmación casera en el que se muestra con claridad cómo Homero quiso tomar la figura de gelatina adherida a los pantalones de la muchacha, jamás propasarse con ella.

 

La paradoja se demuestra cuando, habiendo sido liberado de culpa y cargo gracias a la intervención de Willie, Homero se manifiesta asustado al ver en televisión la cobertura mediática amarillista del caso del jardinero, a quien se lo presenta como un perverso que se dedica a filmar parejas en situaciones románticas. Ante la indignación de su esposo, Marge Simpson lo increpa, señalándole la contradicción en creerse todo lo que se diga en televisión. “¿No te ha enseñado nada lo que sucedió con la Venus de jalea y su cobertura mediática?”, señala la mujer en otras palabras. Y Homero le responde: “No, amiga Marge, no he aprendido nada”.

 

Y me parece que una vez más no hemos aprendido nada, la primera vuelta electoral no arrojó mayores enseñanzas a la sociedad politizada argentina, incluso cuando los procesos no han resultado novedosos del todo. La proliferación de burlas, chicanas, memes y hasta celebraciones dan cuenta de toda ausencia de aprendizaje por parte de los que estamos más o menos metidos en la rosca política. Desde los votantes de Massa riéndose de los “libervirgos” pasando por la chicana a los “viejos meados” del bullrichismo, incluso el revanchismo más desembozado para con un electorado que inexorablemente esos mismos massistas/kirchneristas van a tener que convencer de optar por el presunto “mal menor” representado en Sergio Massa, cada uno de esos fenómenos da cuenta de la ausencia de cintura política en un país politizado pero sin cultura política, en palabras del General Perón.

 

En las menos de veinticuatro horas que nos separan de la publicación de los primeros datos oficiales luego de los comicios, he podido leer toda clase de manifestaciones de ira y de burla de un lado y del otro de la vieja “grieta”. Puede que una de las más desagradables haya sido aquella de “Al final los All Blacks nos cogieron el viernes y el domingo” por parte de una conocida página de memes macrista, aludiendo a la derrota del seleccionado local de rugby frente a su par neozelandés, pero también a la “negritud de alma” que tanto asco le da a un sector, característica que ese sector asocia con los trabajadores que votan peronismo o a cualquier candidato que se apropie mínimamente de los símbolos o del aparato electoral del peronismo.

 

Pero no han sido solo ellos los que llamaron de tragaleches y de culorrotos a los adversarios políticos. Los libertarios enfurecidos han hecho lo propio con su exhortación de siempre a emigrar porque “la salida es Ezeiza”, a convertir a La Matanza en una nueva franja de Gaza, a abrir los cuarteles y sacar los Falcon a la calle, o genialidades similares. Pero también los neomassistas enfervorecidos han puteado en chino a los libertarios, a los que votaron en blanco, a todos, que me chupen la pija y que tienen la cola llena de leche y cosas por el estilo.

 

Vamos, amiga Marge, que no hemos aprendido nada.

 

Desde la asimilación de Sergio Massa con Perón reencarnado hasta putear a Dios y María Santísima. ¿No hemos aprendido que si entre hermanos peleamos nos devoran los de afuera?

 

En lo personal sí he votado a Massa, lo he dicho, a pesar de que no me convenció jamás en lo más mínimo porque sé bien qué es y a qué vino. Pero no me dio la cara para ponerme de culo a todos mis seres queridos habiendo dado mi palabra a último momento de que sí, que lo votaría. Pero no entiendo al que tira mierda contra el que votó en blanco, comprendo perfectamente a quien no se sintió con ganas de otorgar un nuevo voto de confianza a cualquiera de las opciones existentes, el que se quema con leche ve una vaca y llora.

 

¿Y qué me dicen que los que habiendo votado en blanco o habiéndose ausentado de la elección se colocan a sí mismos en la posición de superioridad moral o intelectual de creerse poseedores de la verdad absoluta? La actitud prescindente del que vive en Europa o en Japón y habla con asco de la sociedad argentina es tan desagradable como la del que viviendo en el Conurbano se cree la última Coca-Cola del desierto, el único iluminado, y que todos los demás que se toman en serio la obligación de concurrir a las urnas son idiotas.

 

Si a esta altura del partido no hemos entendido que las luchas intestinas no conducen a nada bueno entonces no entendimos nada. Mientras el massista putea al morenista, el morenista putea al massista, el cristinista putea al libertario, el libertario putea al montonero o al comunista y el trosco putea a todos por igual están sucediendo cosas que nos deberían poner en alerta y unirnos para defendernos como sociedad.

 

Porque, con una mano en el corazón, ¿alguien se cree que un gobierno de Massa es la panacea? ¿De verdad estamos en posición quienes lo hemos votado de jactarnos de una sola virtud de ese candidato, más allá de ser un rapaz y pactar con los poderes concentrados, habiendo sido siempre “el que más se preparó para ser presidente”? ¿De verdad alguien se piensa que los años que se vienen van a ser de prosperidad y crecimiento para los trabajadores?

 

¿Y qué me dicen del tendal de heridos que va a arrojar el llamado libertarismo? ¿De veras quieren enemistarse desde hoy con muchachos que en muchos casos recién están dando los primeros pininos en la vida? ¿Prefieren tratarlos de “virgos” y “liberotarios” antes que abrirles los brazos y recibirlos como argentinos que son? ¿De verdad? ¿Qué va a pasar cuando Milei y los suyos se hayan asimilado y acomodado en la “casta”, cuando se produzca la implosión de un espacio que ya está implosionando, un poco por lo inesperado de la derrota y otro poco por lo improvisado e inestable de sus cuadros? ¿Estamos dispuestos a perder a otra generación de jóvenes por la torpeza de volver a cometer los mismos errores que nos condujeron al actual atolladero?

 

Puede que sí, que estemos dispuestos y deseemos nuestra propia división social, pero entonces no nos preguntemos cómo es posible que periódicamente vaya surgiendo algún monstruo Javier Milei. Los monstruos están emergiendo del odio en espejo que reciben aquellos que están buscando una representación y solo reciben roña y burla. Y ojo, no estoy hablando del ballotage, independientemente de mi falta de entusiasmo ante el hecho he de decir que estamos ante un inminente y contundente triunfo de Sergio Massa, lo que resta hasta la toma del poder es solo un trámite. Estoy hablando de nosotros, de la sociedad argentina, de cómo vamos a encarar la convivencia social de ahora en más. ¿Estamos convencidos de que refundar una nueva “grieta” es lo que mejor podemos hacer para defendernos como comunidad para lo que se viene en el país?

 

La sociedad inorgánica nos ha dado una lección: el pueblo tiene memoria y no se suicida. No se va a colocar en manos de un loco psiquiátrico que quiere prender fuego todo y tampoco tiene pensado otorgarle el beneficio de la duda a un espacio que ya la chocó y cuya candidata demuestra serios problemas para hilar una frase coherente, de mínima, cuando no se introduce en etílicas ensoñaciones y teorías cuasi conspirativas que mucho no se terminan de entender. El pueblo inorgánico le dio una oportunidad al “normal”, “al que más se preparó”, sin que ello implique más nada que eso mismo, una oportunidad. ¿Vamos, los politizados, a dejar solo a ese pueblo, enroscándonos en el sectarismo, la luchas intestinas y los errores ya cometidos en el pasado? ¿Acaso no nos enseñaron nada el 2015, el 2017, el 2019, el 2021?

 

No lo sé, amiga Marge, pero me parece que no hemos aprendido nada.

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