Conspiranoia subversiva

 



Mi abuela Cándida tuvo nueve hijos. De esos nueve, seis llegaron a adultos y tres fallecieron en los primeros años de vida. Mi tío menor murió soltero y bastante joven, sin hijos. Tenía 37 años.


De los otros cinco hermanos, el mayor tuvo dos hijos. El segundo tuvo cuatro, el tercero tuvo seis, la cuarta (mi mamá) tuvo seis y la quinta tuvo cuatro. Mi mamá, por su parte, tiene tres nietos de parte de la hija mayor y cuatro de parte de la segunda. De los cuatro menores, a pesar de que solo uno (el único varón) es soltero, ninguna de las hijas menores tenemos hijos ni planeamos tenerlos. 

Mi hermana mayor tiene tres hijos y los tres están ya en la mayoría de edad. Sí, es verdad, yo siempre les digo “los nenes”, pero la realidad es que mis sobrinos tienen veintiséis, veinticuatro y veintidós años, están perfectamente en edad de ir formando una familia. Sin embargo, lo cierto es que los tres son solteros y los tres afirman que no van a tener hijos. Sus padres apoyan la decisión. 

En resumen entonces: abuela con nueve hijos y veintidós nietos, hija con seis hijos y siete nietos, nieta con tres hijos y ningún nieto. Pero después tenés quienes te dicen que aquello de que la sociedad está planificada para que dejemos de reproducirnos y cada vez seamos menos es una conspiranoia. 

Hagan la cuenta en su familia y me dicen dónde está la conspiranoia. Sea por la ideología de género que nos enseña que la mujer para ser libre y realizarse debe salir de la casa y dedicarse a trabajar, viajar o criar perros y gatos pero no hijos; sea por el ecologismo que nos sugiere que los seres humanos somos una plaga que está dañando al mundo y que lo mejor es que desaparezcamos de la faz de la Tierra con el propósito de librar al planeta de esta amenaza que somos; sea porque no tenemos ni cinco de ganas de traer hijos a un mundo en el que materialmente la cosa está diseñada para que un salario no alcance para vivir y por lo tanto si querés ser madre tengas que elegir entre las dos malas opciones de dejar a los hijos a cargo de algún desconocido o bien dejar el trabajo pero condenar a los niños a pasar necesidades...

El sistema promueve a través de la castración cultural (ideológica), quirúrgica (aborto, vasectomía, ligadura de trompas) o material (económica) que tener hijos sea cada vez más difícil, de una manera o de otra. Y no lo digo solo yo que elegí no tenerlos aunque sea plenamente consciente del proceso de castración que opera sobre mí. No, lo dicen las mujeres que tienen hijos. Preguntales, a ver qué te dicen. 

“Y, la verdad que a mí me hubiera gustado quedarme por lo menos hasta el año de mi bebé en casa para poder disfrutarlo un poco, pero no dábamos abasto con el trabajo de mi marido para solventar los nuevos gastos de nuestra familia”. Eso cuando tienen marido y no son madres solteras, porque hasta la capacidad de forjar vínculos de pareja estables y duraderos que se sostengan en el tiempo y que sean capaces de sortear la adversidad hemos perdido. ¿Cuántas mujeres conocés que tienen hijos solas, a los que crían gracias a la ayuda de los padres o teniendo que recurrir a niñeras y jardines maternales porque no tienen quien les cuide las criaturas mientras ellas salen de la casa a ganarse la vida?

Y entonces ahora las pibas se apiolan y muchas de ellas prefieren no tener hijos para que no les pase lo que a sus mamás que están en los treinta y pico y aparentan cincuenta y pico. Pero tampoco las jovencitas tienen vínculos sanos, se conocen por Tinder y se escrachan por Twitter cuando las cosas salen mal. Si tienen la estúpida idea de estudiar un profesorado de matemática o de ser pintoras o actrices o músicas enseguida la realidad las baja a tierra y les hace ver que esos trabajos son para los tontos y las gordas feas, ellas lo mejor que pueden hacer es prostituirse en alguna plataforma. 

Arrancan sacándose fotos desnudas, después alguno no se conforma y ofrece una buena suma por un video masturbándose, o por uno cogiendo con el novio de turno. Finalmente, cuando un desconocido las invita a la casa y les ofrece una suma mucho más significativa que la que pagaba antes por las fotos o los videos, la situación les parece natural. Agarran viaje total, qué le hace una mancha más al tigre.

Una cosa lleva a la otra, la vergüenza es una cosa que se pierde de a poco (al igual que la dignidad). Además quién te dice, capaz justo te toca atender a uno que te trata bien y te hace gozar. Los señores que te contratan huelen bien, tienen gustos refinados y te ayudan a conocer el mundo. Sí, capaz te invitan falopa y al comienzo te da un poco de miedito meterte eso, pero después te parece copado. Te mantiene despierta para hacer más turnos, te desinhibe y al final está bien, si todo el mundo lo hace. 

En la otra vereda, los pibes de tu edad y que tal vez te miran de lejos y te desean ni siquiera se animan a encararte. Están llenos de odio contra el sexo y contra las mujeres porque saben que no les da el piné para pagarte tus vicios pero les gustás vos, la que está a su altura física e intelectualmente les causa rechazo. Pero todos están igual de solos: la putita de OnlyFans devenida en escort VIP, el gordito incel que la ve con una mezcla de fascinación y odio y que fantasea con someterla porque no aprendió a amar y la gordita cualunque a quien el bobito aquel termina agarrando por descarte, porque en algún momento el cuerpo llama y hay que ponerla. 

Esta última, por saberse de segunda o tercera marca tiene la autoestima por el piso y entonces acepta las sobras de cariño, atención o simplemente sexo sin más ni más. Puede que acuda, esta sí, a la vieja estratagema de quedarse preñada para retenerlo al loco, pero el loco se va igual y el círculo vuelve a empezar. Si no tienen amor propio, ¿cómo van a saber qué se siente que un hombre te ame de verdad? La familia tradicional se hace pedazos, destruida por la ideología de género, la homosexualidad programada o la familia monoparental.

Está todo diseñado, todo pergeñado, somos apenas piezas de un engranaje y poco podemos hacer para que estas situaciones hipotéticas no se reproduzcan en nuestro entorno todos los días. Un país colonial como el nuestro necesita que existan cada vez menos humanos y que los pocos que haya sirvan apenas como esclavos, en lo posible, enfrentados los unos con los otros como los fideos que flotan en un caldo, sin tocarse los unos a los otros. Sin amor propio, sin autoestima, analfabetos funcionales, brazos sin cerebro y sin corazón.

Eso no es así para que el mundo se libre de nosotros, que somos una plaga y le hacemos daño al planeta contaminando y eliminando recursos que supuestamente son limitados y tienden a la escasez, no. Todo eso es así para que nos creamos el verso y le dejemos voluntariamente nuestro espacio a la élite global (llamale sinarquía, llamale oligarquía financiera mundial o llamales “Ellos”, los patrones de los “manos”, ahora que otra vez se puso de moda ‘El eternauta’) para que hagan con lo que es nuestro lo que se les cante el culo sin ese impedimento tan inoportuno como lo es un pueblo soberano, aguerrido, armonioso, homogéneo, sin conflictos internos y viviendo pacíficamente en una comunidad organizada. 

No es conspiranoia, el proceso de disolución social por subversión está en marcha y aún quienes somos capaces de observarlo y señalarlo somos víctimas y parte del asunto. No podemos cambiar nada individualmente, apenas ajustarnos a la lógica de sálvese quien pueda. La única salida es colectiva, pero no está a la vista porque quienes deberían guiar al pueblo hacia su liberación están demasiado ocupados en la rosca politiquera y sometidos a los designios de quien tiene la sartén por el mango. Los “manos” le han vendido el alma al Diablo, trabajan para los “ellos” y se someten por el temor, porque saben que el pánico es su propia destrucción. 

Todo tiene que ver con todo, desde el despoblamiento hasta la ideología de género, desde el ambientalismo hasta la prédica antiindustrialista y el imperio de la inteligencia artificial, desde la renta básica universal hasta la prostitución virtual, desde el feminismo hasta el machismo incel. “Ellos” nos quieren borrar del planeta para apropiarse de lo que nos pertenece y para eso es necesario que nos subviertan como sociedad, que aticen la guerra de todos contra todos y que en lo posible, hasta nos persuadan de no nacer y no engendrar. Los “manos” están de su lado, no podemos esperar nada de ellos más que su muerte que venga a librarnos de su influjo.

Está pasando. No es conspiranoia, es conspiración.

Comentarios

  1. No puedo evitar que se me caiga una lágrima al leer esto. Yo también estoy que quiero mejorar al menos en mi entorno pero la frustración es enorme. Me acuerdo cuando comencé la facultad que mi ilusión era hacer ciencia para aportar al país, ahora pienso en conseguir un trabajo más o menos, juntar plata e irme a Brasil o Europa para no tener que estar contando las monedas como hago ahora, lo único que quiero es estar bien y que mi mamá y mi abuela pasen lo mejor posible sus últimos años de vida, especialmente mi mamá que le deben quedar entre 10 a 15 años de vida si Dios quiere, a mi abuela le quedarán con suerte 5. Es todo muy desolador, quizás nos quede resignarnos o pensar en formar algo nuevo para acabar con esta década infame. Yo aún tengo esperanzas, pero veremos cuánto dura.

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